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La falta de la tripulación auxiliar, por un problema en el avión de Jerez a Madrid que la transportaba, provocó un retraso de casi cuatro horas en el vuelo de Barajas a Son Sant Joan, que debía partir a las 23'25 del viernes y no levantó el vuelo hasta las 3'15 horas del sábado. Este hecho, y la total ausencia de explicaciones en la zona de salidas, causó las protestas de los agotados pasajeros, muchos de los cuales, los procedentes de Sevilla, llegaron a Mallorca, paradójicamente, gracias a ese retraso.

Éste no es un caso aislado; en las últimas semanas lo anecdótico es que un avión salga a la hora que indica el pasaje. El caso resulta más grave cuando se trata de enlaces.

Para los pasajeros que viajaban a Mallorca desde Sevilla la aventura empezó en el aeropuerto sevillano, cuando se anunció el retraso de más de una hora en el vuelo de la compañía Iberia hacia Madrid para enlazar con el siguiente vuelo a Mallorca. Cuando se anunció la salida, los pasajeros que desde Madrid debían continuar en tránsito hacia otros destinos hacían cábalas sobre si esa posibilidad era factible. Los que continuaban hacia Mallorca tuvieron la alegría de que su vuelo también llevaba retraso. Los de Alicante salieron peor parados, porque no encontraron el nombre de ese destino en las pantallas, ni a nadie en las ventanillas de tránsito que les pudiera informar.

Cuando llegó el avión de Sevilla las pantallas indicaban que en seguida, a las 12 de la noche, saldría el vuelo hacia Palma, lo que provocó las carreras de los viajeros temerosos de perder el avión, pero las horas fueron pasando sin que apareciera nadie a dar una explicación. Alguien descubrió que en el piso superior había una ventanilla de información de Iberia abierta. Naturalmente esa única ventanilla estaba saturada de gente que protestaba porque había perdido su vuelo de enlace a causa de los retrasos en el origen. Minutos después de las cuatro de la madrugada, el avión aterrizaba en Palma.