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Pocos minutos antes de dar comienzo el acto, los reyes Juan Carlos y Sofía aparecieron por el club llevando a su nieto Felipe Juan Froilán de Todos los Santos en brazos.

Fue, sin duda, la gran sorpresa de un día que transcurría con cierta monotonía, pues en el mar no ocurría prácticamente nada que se saliera de lo normal: la Reina y su hija Cristina, que por mor de su embarazo no regatea en esta edición, presenciaban la prueba del día desde el Fortuna, los duques de Lugo parece que han abandonado la Isla, Alexia y su prometido regateaban en el Azur de Puig, y los padres de aquella tampoco se dejaron ver.

Pues como les decíamos, sobre las cinco de la tarde llegaron los Reyes con su nieto. Abuelos orgullosísimos y felicísimos, que de este modo presentaban como quien dice en sociedad al niño que, con los ojos muy abiertos recorría cuanto le rodeaba y los fijaba ante cualquier cosa que se moviera a su alrededor. Felipe Juan Froilán, que ya anda por los ocho meses, lucía un jersey de punto beige y un gorro, también de punto, de color rojo.

La abuela, con su nieto en brazos, paseó durante unos minutos por la terraza del club, luego doña Sofía pasó el niño al abuelo, el rey, que no cabía de gozo. El monarca, con polo y pantalón blanco y cazadora azul, contempló la entrega de trofeos desde la terraza del club, mientras que la reina, desde la tribuna, iba entregando distintos trofeos de la competición náutica que lleva su nombre, clase cruceros, en los que ocuparon los primeros puestos La Casera, Trasmediterránea y Viking V.