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JUAN ARTURO CHARPE Patricia Ballesteros vive sus últimas horas en Chile. Regresará a Menorca el miércoles pero de la decisión de la Corte Suprema, el martes, depende que pueda o no regresar a ese país que tanto ama. Patricia Ballesteros ha pasado una auténtica odisea por luchar en defensa de los indios mapuches y asegura que entre ellos ha encontrado a verdaderos amigos. Su vida junto a la Ñaña la ha enriquecido mucho.

SANTIAGO DE CHILE

La casa del abogado Roberto Celedón, residencia provisional de Patricia Ballesteros, está en Ñuñoa, uno de los barrios màs hermosos y tradicionales de Santiago, una ciudad que ayer amaneció con lluvia, después de muchos meses. A media mañana, la joven menorquina estaba somnolienta. Había estado hasta muy tarde en un centro budista santiaguino practicando meditación y no era lo más gentil interrumpirla a esa hora. Para hacerme amigo, le llevé un ejemplar del semanario «Sóller» que acababa de llegarme por el correo.

No hizo falta. Patricia (19 años) tenía sueño pero fue exquisitamente amable para contar su aventura chilena. Vestía una túnica larga sobre el suéter de cuello alto y un cintillo que dejaba al descubierto su rostro limpio y dos ojos transparentes. Estaba escuchando música tradicional mapuche, música de nguillatún, esa rogativa básica de la espiritualidad indígena.

En una entrevista que reproduce hoy integramente Ultima Hora Patricia afirma que «me duele un montón marcharme de Chile. Yo quiero volver. Tengo muy buenos amigos acá. Además están las Ñañas y todo el pueblo mapuche. No es lo mismo aprender desde lejos que vivirlo en carne propia».

La historia de Patricia Ballesteros ha saltado a todos los medios de comunicación. Su apoyo a los indios mapuches le ha traído problemas porque ella estuvo presente en un duro enfrentamiento entre estos indios y la policía. Patricia salió en defensa de la Ñaña, la anciana mapuche que la acogió en su casa, cuando un policía la golpeó. El gobierno chileno aseguró que esta joven menorquina había tomado parte activa en la manifestación, pero no fue así, ella sólo observaba desde su condición de pacifista.

Durante el tiempo en que estuvo retenida por el Gobierno chileno "ahora puede moverse con libertad mientras espera la resolución de la Corte Suprema de Chile", Patricia Ballesteros recibió la visita constante de muchos indios mapuches que no la olvidan y agradecen el apoyo que ella ha dado a su lucha.