TW
0

E l presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, nunca se ha recatado lo más mínimo a la hora de dejar clara su noción de lo que representa la libertad para el continente que le vio nacer. «La democracia es ajena a la esencia de Àfrica». Así, de forma tan contundente como sencilla liquida la cuestión un gobernante que desde la corrupción más generalizada, dirige un país que proporcionalmente a su tamaño posee una más que relativa riqueza en petróleo. En tales circunstancias, ni siquiera el más optimista podía esperar que las elecciones celebradas el pasado fin de semana fueran un dechado de pureza. No obstante, el correr de los últimos días ha aportado pruebas verdaderamente escalofriantes de los atropellos registrados en la jornada electoral. Desde interventores de la oposición que han sido expulsados de las mesas a punta de pistola, a circunscripciones que han dado un índice de votantes superior al censo, pasando por la imposición de mostrar el voto a muchos ciudadanos, el odioso régimen de Obiang no se ha ahorrado una sola vileza. Algo que es susceptible de herir particularmente la sensibilidad de unos españoles que somos parcialmente responsables de semejantes excesos. España, no tan sólo cometió errores en su papel de potencia colonial administradora de Guinea, sino que llevó su miopía aún más lejos. Recordemos que en 1979, un Obiang que acababa de derrocar "y fusilar" a su antecesor y pariente, Macías, no tardó en recibir el apoyo de un Gobierno español presidido entonces por Adolfo Suárez. En suma, la dictadura que desgarra hoy el país parte de una base relacionada con la incapacidad de España por educar a la población guineana y sentar los fundamentos de una economía, cuando menos de subsistencia, y se prolonga en la política inicial de torpe apoyo a quien desde el primer momento se reveló como un autócrata. Los posteriores intentos españoles de prestar hospitalidad a los opositores al régimen guineano no pueden hacer olvidar lo antedicho. Y ante insultantes parodias de la democracia como la ahora llevada a cabo por Obiang, es oportuno tenerlo en cuenta.