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Y todo ello sin olvidar cuanto acontecía en dos escenarios "digamos" estáticos; s'Hort del Rei y Parc de la mar, en el primero con un magnífico mercadillo medieval en el que no faltó de nada, así como otro de artesanías, y en el segundo, más corsarios ibicencos en un poblado que sació el hambre de los visitantes con ricos platos de comida corsaria, elaborados de acuerdo a recetas corsarias.

Del mercadillo medieval, por ejemplo, llamaron poderosamente la atención los siete cerditos que el felanitxer Bartolomé Torres mostró con mal disimulado orgullo, y que hicieron las delicias de los más pequeños quienes, dicho sea de paso, disfrutaron de lo lindo con el teatro de marionetas casi al lado. ¿Y saben quiénes no pararon de trabajar durante todo el día? Ana María y Beatriz, la dos videntes del mercado, ataviadas a «lo» medieval. ¡Hasta un obispo tuvieron anteayer en su consistorio¡ No don Teodoro, sino uno que se vistió de obispo, pero que visto desde la calle dio el pego.

En cuanto a la jornada de la tarde, destacaron los espectaculares juegos medievales celebrados en es Born, donde el caballero Tramuntana se midió en torneo ante los caballeros Gregal, Xaloc, Ponent, Llevant y Mitjorn, seguido del juego del stafermo, consistente en herir al galope a un muñeco giratorio, y en el de las anillas, o como atravesar, yendo también al galope, una anilla con la punta de la lanza.

Por último, caídas las primeras sombras de la noche, tuvo lugar el Correfoc: Aliga, Vibria, el Drac, el Griu, animales del bestiario mitológico, y els diablots y otros danzarines, al son de los tambores y músicas diversas, y acompañados de todo un aparato pirotécnico, irrumpieron en es Born, Joan Carles I y Plaça de la Reina, invitando a la gente a participar.