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Las Directrices de Ordenación Territorial, presentadas ayer por el presidente del Govern balear, Jaume Matas, sorprenden por cuanto suponen un grado de protección elevado de Balears y contemplan un crecimiento del uno por ciento. La oposición prefiere, por el momento, reservarse su opinión hasta poder analizar con calma y detenimiento el texto completo y las disposiciones que éste contenga.

Sin embargo, lo que sí parece quedar claro es que la apuesta de esta normativa urbanística puede tener en el mismo PP de Balears a sus principales detractores, puesto que defiende un modelo que choca frontalmente con lo que los conservadores han defendido durante años. Puede que esta asunción de una postura algo más progresista obedezca al nuevo planteamiento político que quiere darse desde Madrid al PP, la pretendida imagen de centro.

En cualquier caso, se trata de medidas que deberán ser debatidas y aprobadas en el Parlament y, por tanto, aún están sometidas a posibles modificaciones y a toda la tramitación que ello conlleva.

Inicialmente, todo aquello que contribuya a la protección de nuestro entorno es enormemente positivo y más aún cuanto contribuya a la conservación de nuestras costas. En este sentido, las nuevas directrices establecen unas limitaciones evidentes y una mayor distancia para poder construir en las proximidades del litoral. Además, establecen un techo de población en las Islas que limitará el crecimiento durante el tiempo de vigencia de la norma, que será, en principio, de diez años.

Así pues, Matas se lanza a una apuesta arriesgada, aunque habrá que esperar a la letra pequeña para poder afirmarlo con mayor rotundidad. Lo que si es cierto es que era preciso contar con una norma de estas características y lo antes posible.