La actuación de María del Monte, junto con las de Manolo Escobar y Charo Reina, fue una de las de mayor aceptación. Foto: JAUME ROSSELLÓ.

TW
0

El folclore y la música tradicional mallorquina compitieron con la salsa y las versiones actualizadas de los clásicos españoles de los años 60 y 70. Miles de ciudadanos volvieron a salir a la calle para participar en la revetla de Sant Sebastià, una noche en la que triunfó la canción española de Manolo Escobar y Charo Reina, llenaron el Chaval de La Peca y Lucrecia y «pinchó» el flamenco de María del Monte, en una plaza "la de Sant Francesc" que no consiguió crear al comienzo de su actuación la expectación de Azúcar Moreno.

La música comenzó a las 21.00 horas. Antes, y para empezar bien la noche, nada mejor que torrar butifarrones o sobrasada en algunos de los foguerons colocados en cada una de las plazas, comenzando por Santa Eulàlia (lugar donde el alcalde encendió el fogueró con el que dio comienzo la revetla y actuaron los Castellers de Mallorca) y terminando por la Plaça de Cort. Fue tal la participación en las torrades, que las primeras horas de la noche se convirtieron en una velada de fuego y brasas.

Y dieron las 21.00 horas. Poco a poco fueron comenzado las actuaciones en las plazas de Palma. La Plaça de Cort se llenó, al igual que la de Santa Eulàlia y la Plaça Major. María del Monte, vestida con un elegante vestido azul, comenzó en una plaza que no sufrió los agobios de otros años. En Joan Carles I se dieron cita los rockeros, que, menos numerosos que los folclóricos, aplaudieron a Los Planetas, The Silos y Lois Lane. Varios centenares de personas brindaron con cerveza y litronas al ritmo del rock. Cerca de allí, la Plaça del Mercat abandonó el jazz y ofreció un concierto con los ganadores de la Cançó Mallorquina y Nou Romancer. El público acompañó, a pesar de las obras que se están realizando en la plaza. También respondió en la primeriza Plaça del Coll, donde actuaron Víctor Uris y Laura Corrodiniquintet. Entre plaza y plaza, poco a poco se fueron llenando los bares portátiles colocados en lugares próximos a los escenarios. Bocadillos, empanadas y mucha bebida fueron «desapareciendo» a medida que avanzó la noche.