Entre el nacimiento de Ángeles Moreno y el de su tataranieta Ana María ha transcurrido casi un siglo. Foto: JULIÁN AGUIRRE.

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Es por todos bien sabido que la gente de hoy en día tarda cada vez más en casarse y tener hijos. Sin embargo, todavía se encuentran excepciones a esta regla. Este es el caso de esta familia del Coll d'en Rabassa que durante estas fechas ha reunido a cinco generaciones en torno a la mesa de Navidad.

La más longeva de toda esta estirpe es Àngeles Moreno Carrascosa, de 91 años, que, desde hace dos meses, ostenta el título de tatarabuela gracias al nacimiento de un nuevo miembro de la familia, Ana María Llorente Sánchez. Pero antes de ser tatarabuela fue madre de Victoria Ortiz Moreno, de 70 años, abuela de Rafael Sánchez Ortiz, de 46 años, y bisabuela de Ana María Llorente, de 22 años.

A mediados de los años sesenta, Àngeles viajó, junto a su marido y tres de su diez hijos, rumbo a Mallorca. Uno de estos descendientes era Victoria que, a su vez, vino acompañada por sus tres hijos. Victoria no acabó nunca de adaptarse como su madre, «echaba de menos mi tierra», por lo que a los siete años de estancia en la Isla decidió volverse a Granada, dejando aquí a sus padres, dos hermanos y el mayor de sus hijos, Rafael, que, en ese período de tiempo, formó su propia familia.

Esta es la historia de las tres primeras generaciones, pero aún nos quedan dos más. Así pues, Rafael se casó y fruto de ese matrimonio nacieron Ana María y Victoria "como su abuela", que hoy en día tienen 22 y 21 años respectivamente y son las componentes de la cuarta generación. La quinta es fruto del matrimonio de Ana María y Pedro Llorente y se materializa en un bebé de dos meses que se llama también Ana María.