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Concluye hoy un año especialmente significativo para la historia de las Balears, por cuanto se ha aprobado una reforma del Estatut d'Autonomia y un régimen fiscal especial para nuestra Comunitat, que por sólo unos días fue nacionalidad histórica merced a una propuesta de Unió Mallorquina que fue votada a favor por error por los socialistas en el Congreso. El Senado se ocupó de volver atrás esta situación. Los partidos nacionales se ocuparon de negar a Balears una denominación más que adecuada y acorde con nuestra historia. Pero si algo ha provocado enfrentamientos y movilizaciones ha sido el urbanismo y las moratorias actualmente vigentes del Consell Insular de Mallorca y del Govern balear, ambas con la pretensión de establecer un lapso temporal en el que se pueda replantear cómo y de qué manera debe crecer la Isla. La preservación del entorno y el medio ambiente, valores fundamentales en los que se basa el atractivo turístico de Balears, está en el trasfondo de estas paralizaciones.

En el ámbito judicial, el Tribunal Supremo confirmaba con términos muy duros la sentencia del «caso Túnel de Sóller» por lo que se refiere a Gabriel Cañellas. Un caso que se ha prolongado en exceso en el tiempo y que, por el bien de Balears, hay que cerrar lo antes posible a todos los niveles.

No han faltado los sobresaltos y los momentos amargos, como el de la explosión del Cappuccino en el Paseo Marítimo de Palma, sobre la que aún no se han determinado las causas. Y por lo que respecta a la Part Forana, el Govern y el Insalud alcanzaban un acuerdo para la futura construcción del hospital de Inca, una reivindicación histórica de la comarca del Raiguer que puede ser un hecho en el plazo de unos años. Como siempre, han sido doce meses de claroscuros en los que nuestra Comunitat se ha mantenido viva y ha seguido adelante.