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Son cerca de seiscientos. Todos comparten en libertad un espacio de 210.000 metros cuadrados. Acaban de olvidar las intensas lluvias del otoño y comienzan otro invierno, una temporada en la que se acentúan determinados cuidados, aumenta el trabajo de limpieza y los animales viven prácticamente solos, sin apenas turismo.

Es en esta época cuando cambian determinados hábitos en el cuidado de los animales: los cuidadores preparan toneladas de paja seca; los veterinarios, complejos vitamínicos, y se ponen en funcionamiento las calefacciones para los ejemplares menos acostumbrados a las bajas temperaturas.

Los animales del Safari Zoo Mentz (Porto Cristo) viven otro invierno lejos de sus países de origen. Antílopes, monos, elefantes, gacelas, Ñus, hipopótamos, leones y tigres conviven en su «selva» particular, muy acostumbrados al clima mediterráneo.

Los animales están desparasitados. «En invierno se les da un soporte vitamínico, si vemos que hay peligro de infecciones, se les mete en la comida antibióticos. Son animales que por su naturaleza no tienen problemas. No hay animales más sensibles que otros. Por peleas o cosas de estas los mandriles son los que más reciben».

El complejo vitamínico se les da durante todo el invierno, de forma puntual. Se completa con frutas, cebollas y maíz. «Sólo en el desayuno les damos 400 kilos de cereales y frutas. Los reciben los más de 300 animales que existen en la reserva. Después les damos alfalfa (se reparten 2.400 kilos diarios), que ya lo van comiendo los animales durante el día.

Bernardo Cànaves lleva trabajando en el parque desde que se abrió, en 1969. «Siempre en invierno es más difícil cuidarlos porque llueve, hay más barro y es más difícil limpiarlos. En verano no necesitan paja en las casetas, los animales están más cómodos. A ningún animal de éstos le va bien el frío», afirma.