L a cumbre europea, que tiene lugar en Viena, puesto que ha sido
Austria el país que ha ocupado la presidencia de la Unión Europea,
discute temas como el paro o la financiación, que originan fuertes
discrepancias que, probablemente, exijan un aplazamiento de la
decisión final para la próxima reunión, ya en Alemania, con
Schroeder en la presidencia. Los alemanes están cansados de firmar
los cheques más fuertes y en base a los cuales se sostiene la
tesorería europea.
España acude decidida a defender la actual fórmula de fondos de
cohesión y hacerlo hasta las últimas instancias. Se insiste en que
es muy probable que la decisión se aplace hasta marzo dada la
actual tirantez y la fuerte posición española, respaldada por otros
países en parecida situación, aunque Alemania cuenta con el apoyo
de Francia en el lado contrario. Así que, en Viena, aparte de estos
escarceos, se hablará de defensa.
Porque se quiere resolver la situación de la Unión Europea
Occidental, una organización militar de la defensa europea,
organismo que existe, pero que no actúa. Cuando parece llegada la
ocasión, se encarga la tarea a la OTAN. Algunos países quieren la
integración de la UEO en la UE, como Francia, otros, como España,
piensan en su mantenimiento, como dijo ayer, abiertamente, el
ministro español de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, y otros
abonan por su desmantelamiento.
La realidad es que la UEO no actuó ni siquiera en casos tan
flagrantes y propios como los de Kosovo, de modo que, existiendo la
OTAN, parecería adecuado disolver esta organización militar que es
pero no hace. Lo que ocurre es que, detrás de todo ello, hay una
cuestión básica: los negocios de la industria armamentística
europea. Que interesa más que el paro. A lo peor, se escudan en el
paro para potenciar el armamentismo.
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