En vez de usar las dosis de Moderna para la población más joven, el Gobierno ha recomendado la vacuna de Pfizer. | BAGUS INDAHONO

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Las autoridades sanitarias de Suecia han anunciado este miércoles la suspensión del uso de la vacuna de Moderna contra el coronavirus para menores de 30 años debido a los posibles efectos secundarios.

El Ministerio de Sanidad ha citado un posible riesgo de patologías que incluyen una inflamación del corazón, como miocarditis y pericarditis, tal y como recoge un comunicado del Gobierno. «Estamos supervisando la situación y estamos actuando rápidamente para garantizar que la vacunación contra la COVID-19 es lo más segura posible, mientras tratamos de dar la protección adecuada», ha aseverado Anders Tegnell, epidemiólogo jefe.

En vez de usar las dosis de Moderna para la población más joven, el Gobierno ha recomendado la vacuna de Pfizer para ese grupo de edad, según informaciones del diario 'Aftonbladet'. «La gente que se ha vacunado recientemente, con una o dos dosis, no tienen que preocuparse porque el riesgo es muy bajo», ha aseverado Tegnell, que ha afirmado que «es bueno conocer los síntomas para estar alerta».

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La semana pasada, las autoridades de Eslovenia dejaron de administrar de forma temporal la vacuna de Johnson & Johnson después de que una mujer muriera tras ser vacunada. A principios de este año, un gran número de países restringieron el uso de las dosis de AstraZeneca debido a posibles efectos secundarios.

Por su parte, el Gobierno danés ha anunciado este mismo miércoles la suspensión de la administración de la vacuna de Moderna a los menores de 18 años, según ha informado el diario 'Berlingske'.

La Autoridad de Salud y Medicamentos de Dinamarca ha indicado en un comunicado que los niños de entre 12 y 17 años serán vacunados con Pfizer. «La vacuna de Moderna es una vacuna segura y eficaz. Sabemos que tanto con la vacuna de Moderna como con la de Pfizer/BioNTech puede provocar en casos raros una inflamación del músculo cardiaco después de la vacunación», recoge el texto.

«Afortunadamente, es una enfermedad que casi siempre desaparece por sí sola. Y en caso de necesitar asistencia médica, los profesionales están acostumbrados», ha señalado la directora de la Junta Nacional de Salud, Bolette Soborg.