Una ambulancia en Trafalgar Square. | NEIL HALL

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El Gobierno británico afronta crecientes presiones por la escasez de equipamiento de protección en hospitales y de test de detección del coronavirus, así como por su impacto mortal en las residencias de ancianos, un dato que hasta ahora no se había reflejado en el recuento oficial.

Mientras el primer ministro, Boris Johnson, aún se recupera de la enfermedad, la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS) informó hoy de que de las defunciones por la COVID-19 registradas en Inglaterra y Gales hasta el 3 de abril, un 90,2 % (3.716) ocurrieron en hospitales, mientras que el resto fueron en hospicios, domicilios privados y sobre todo residencias de ancianos.

El Gobierno conservador da a conocer a diario la cifra de decesos por COVID-19 contabilizadas solo en hospitales y ese total se situó hoy en 12.107.

El nuevo dato de muertes -computadas hasta las 16.00 GMT del lunes- se conoce tras el último repunte de 778 fallecimientos en las últimas 24 horas, una cifra que se acerca al récord previamente alcanzado el pasado viernes, cuando perdieron la vida 780 personas en una sola jornada en este país.

Según algunos medios, las muertes de ancianos en las 2.200 residencias del país en las que se ha propagado el virus podrían alcanzar, al menos, las 521, mientras que otros cálculos estiman que esa cifra podría acercarse a 5.000.

A este respecto, el ministro de Economía, Rishi Sunak, insistió hoy en la rueda de prensa diaria en que el Gobierno «no se ha olvidado» de los «residentes y trabajadores» de los centros de cuidados de ancianos.

El canciller del Exchequer explicó que todos los departamentos están trabajando para obtener «datos precisos» en ese tipo de instalaciones, pero advirtió de que se trata de un gran «desafío logístico».

Recordó que hay «muchas más» residencias de mayores que hospitales, los que dificulta, dijo, la «recopilación de datos fiables».

Después de recibir el alta el pasado domingo, Boris Johnson sigue convaleciente en su residencia campestre de Chequers (a las afueras de Londres), donde trata de llevar una vida lo más tranquila posible.

Un portavoz oficial de Downing Street informó hoy de que el «premier» no está implicado en la toma de decisiones, no recibe llamadas telefónicas y tampoco estudia las tradicionales «cajas rojas» ministeriales.

«La prioridad es que el primer ministro descanse y se recupere, y su equipo médico le ha recomendado que no vuelva inmediatamente al trabajo», agregó la fuente.

En este contexto, las críticas a la gestión del Ejecutivo de Londres las asume ahora su sustituto provisional, el de Asuntos Exteriores, Dominic Raab, quien, según apuntan algunos medios, anunciará este jueves que el confinamiento dispuesto el pasado 23 de marzo se prolongará otras tres semanas, hasta el 7 de mayo.

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Esa quejas giran, entre otras cuestiones, en torno a la escasez de Equipos de Protección Personales (EPIs) y test de detención, una situación que parece más acuciante en las residencias de ancianos.

La presidenta de la Asociación Nacional de Residencias, Nadra Ahmed, aseguró hoy que estos centros «tienen problemas» para «encontrar» EPIs y para «pagarlos», ya que, advirtió, los «precios son insostenibles» para este sector.

Por ello, instó al Gobierno a eliminar el IVA aplicado al «material médico esencial», tal y como ha hecho para el Servicio Nacional de Salud (NHS).

Sus denuncias se suman a las de la Asociación de doctores (DAUKP) del Reino Unido, que ha lanzado una aplicación para constatar dónde falta ese equipamiento y que, de momento, ya ha recibido información de 1.500 sanitarios ubicados en 250 hospitales y ambulatorios del país.

Según estos datos iniciales, un 38 % dijo no tener gafas ni protección ocular de ningún tipo y solo un 52 % de los doctores que se ocupan de procedimientos de alto riesgo contaban con las túnicas de manga larga necesarias.

La jefa de política y legislación de la asociación, Jenny Vaughan, lamentó que, «tres semanas después de escribir al primer ministro sobre la falta de equipamiento, los doctores en primera línea del NHS siguen denunciando carencias».

«Los doctores, los enfermeros y el personal sanitario están preocupados por su seguridad y la de sus familias», declaró, para añadir que los profesionales han tenido que tomar medidas y lanzar sus propias campañas para financiar la compra de esos productos.

Datos obtenidos por la revista sectorial «Health Service Journal» difundidos hoy revelan que un 10 % de 280.000 enfermeros y matrones que hay en Inglaterra están de baja por coronavirus, lo que podría reducirse con el equipamiento adecuado.

Vaughan también denunció que el Reino Unido «ha perdido oportunidades» al descartar adherirse a un programa de la Unión Europea (UE) para adquirir el material de protección necesario.

Sin embargo, la ministra de Trabajo y Pensiones, Therese Coffey, declaró a la BBC que sumarse a la iniciativa comunitaria de compra de respiradores «no hubiera afectado al asunto del equipamiento de protección».

La ministra conservadora también se mostró «confiada» en que el Gobierno alcanzará el objetivo de efectuar hasta 100.000 test de coronoavirus diarios para finales del próximo mes.

Asimismo, recalcó que el Estado dispone de un «mecanismo de suministro muy efectivo» para hacer que las EPIS lleguen «a todas las instalaciones de cuidados clínicos», al tiempo que reconoció que el Reino Unido «debe seguir aumentando la producción doméstica» de estos equipos, sobre todo de «batas y viseras».