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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha introducido el desgaste profesional, conocido popularmente como el 'síndrome del trabajador quemado' o 'burn-out' en inglés, en su Clasificación Internacional de Enfermedades.

Desde la OMS detallan que «el desgaste profesional no surge súbitamente, sino que, por lo general se gesta en un periodo que varía entre 5 y 8 años de desgate continuo y estrés crónico en el contexto laboral. Suele afectar más a las personas muy comprometidas con su trabajo».

Pero, ¿cómo podemos saber si lo sufrimos? Para detectarlo, hay que tener en cuenta los diferentes tipos de señales:

- La persona no tiene un equilibro entre su vida laboral y personal. La OMS señala que trabajar 55 horas por semana dispara el riesgo de sufrir una apoplejía cerebral un 30%.

- El trabajador desempeña tareas que no corresponden a las de su función dentro de la empresa.

- El trabajador percibe su empleo como algo monótono y sin sobresaltos.

- Físicamente, la persona puede sufrir insomnio, úlceras, migrañas, asma, pérdida de peso y, en el caso de las mujeres, problemas en el ciclo menstrual. El 'síndrome del trabajador quemado' puede derivar incluso en daño cerebral.

- Respecto al carácter, la persona puede manifestar irritabilidad, cansancio y frustración.

- Se suele dar, en mayor porcentaje, en los trabajadores que mantienen una relación directa con la persona a la que dan un servicio, como es el caso de los docentes o el personal sanitario.

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¿Cuáles son las causas?

- No tener expectativas en el trabajo.

- Que el trabajo no coincida con las aspiraciones del trabajador.

- No poder influir en las decisiones que afectan al trabajo de la persona como pueden ser el reparto de labores o el horario.

- No sentirse valorado en el entorno laboral o que compañeros y/o superiores traten mal al empleado.

- Que el trabajo no permita a la persona pasar tiempo con amigos y familiares.

No hay que confundir este síndrome con la depresión. Aunque sí que existe cierta relación, ya que una de cada diez depresiones tiene que ver con el estrés profesional.

Por lo tanto, se trata de un trastorno que se presenta sólo en el lugar de trabajo, y lo hace con síntomas como un agotamiento crónico, falta de energía en el puesto de trabajo o disminución de la productividad. Además, estos síntomas no deben estar relacionados con ningún otro tipo de enfermedad.

Ante cualquier duda, se recomienda acudir al médico de cabecera para que realice un diagnóstico de la situación del trabajador.