La participación de Gina Haspel en diversos episodios oscuros de la CIA preocupa a un amplio sector del Senado de EEUU.

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La candidata de Donald Trump para dirigir la CIA, Gina Haspel, se comprometió este miércoles a no reanudar el programa de torturas que la agencia puso en marcha tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y en los que ella misma participó en una prisión secreta en Tailandia.

Haspel hizo estas declaraciones en el comité de inteligencia del Senado, que examina su candidatura para dirigir la CIA.

«Entiendo que mucha gente en el país quiera conocer mis posiciones acerca del anterior programa de detención e interrogatorios de la CIA», dijo Haspel.

«Tengo -continuó- una opinión sobre este tema y quiero ser muy clara. Habiendo servido en esos tiempos turbulentos, puedo ofrecerles mi compromiso personal, claro y sin reservas, de que bajo mi dirección, la CIA no reanudará tal programa de detención e interrogatorio».

Haspel ha trabajado durante 33 años como agente encubierto y solo en las últimas semanas la CIA ha divulgado el destino de algunas de sus misiones, en un esfuerzo de transparencia por lavar la imagen de la agente y cosechar el apoyo de una mayoría de senadores para su confirmación.

Lo que más preocupa a los senadores es el papel que Haspel tuvo en 2002 cuando se encargó de supervisar una cárcel secreta que la CIA tenía en Tailandia y donde fueron interrogados dos sujetos acusados de pertenecer a Al Qaeda: Abu Zubaida y Abd al Rahim al Nashiri.

Abu Zubaida fue interrogado antes de que Haspel se hiciera cargo de la cárcel y fue sometido 83 veces a la técnica de ahogamiento simulado, que consiste en verter agua sobre el rostro cubierto con una tela para provocar la sensación de asfixia al interrogado.

Mientras tanto, con Haspel ya al frente de la cárcel de Tailandia, al Nashiri sufrió tres veces esa práctica, según informes hechos públicos por el Congreso.

La CIA cerró la prisión de Tailandia en 2002 y Haspel pasó a trabajar para José Rodríguez, director de los Servicios Clandestinos de la agencia de inteligencia.

En 2005, a petición de Haspel y sin el visto bueno de la Casa Blanca, Rodríguez ordenó la destrucción de las 92 cintas de vídeo en las que se documentaron las torturas a los dos supuestos terroristas de Al Qaeda al considerar que podrían poner en peligro a los agentes que habían efectuado los interrogatorios.

Haspel ha sido criticada duramente por la destrucción de esas cintas, aunque el mes pasado la CIA publicó un informe de 2011 en el que se eximía a la agente de cualquier responsabilidad.

La técnica del ahogamiento simulado fue usada por el Gobierno de George W. Bush para extraer información a los sospechosos detenidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra EE.UU., pero fue prohibida por el presidente Barack Obama poco después de su llegada al poder en 2009.

Sin embargo, Trump defendió su efectividad durante la campaña electoral para extraer información a los detenidos.

«La CIA ha aprendido algunas lecciones difíciles», reconoció hoy Haspel, quien consideró que «no hay mejor muestra de las lecciones aprendidas» que la decisión de acabar con el programa de torturas.

De 61 años, Haspel comenzó a trabajar en la CIA en 1985 y lidera la agencia de manera interina desde la nominación como secretario de Estado de Mike Pompeo, que dirigió la agencia durante quince meses, mientras que Haspel ocupaba el puesto de «número dos» y se encargaba de dirigir las operaciones diarias de la agencia.

Haspel se enfrenta a una confirmación difícil, puesto que los republicanos del Senado tienen una estrecha mayoría de 51 escaños frente a los 49 demócratas y algunos senadores republicanos, como Rand Paul, ya han anunciado que votarán en su contra por su papel en los interrogatorios de la CIA.