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Los gazatíes emprendieron ayer las labores de reconstrucción de la vida en la Franja con una mezcla de alivio, temor y sobre todo incredulidad y resignación tras 50 días de intensos e incesantes bombardeos israelíes que han ahondado aún más su ya crónica crisis humanitaria.

Apenas quedaba espacio para la alegría en el primer día de alto el fuego permanente, que ha sido respetado de forma escrupulosa por ambos contendientes, ante la negra perspectiva que presentaban las calles, llenas por fin de actividad y gente.

Delante queda una tarea ingente que según explicaron a Efe cooperantes internacionales necesitará varios años, miles de millones de dólares y un marco político más estable que el frágil acuerdo logrado.

Factura

No hay cifras oficiales aún, pero las autoridades palestinas calculan las pérdidas en más de 5.000 millones de dólares, mientras que los cooperantes dicen que la factura de la reconstrucción será incluso mayor, porque a los daños estructurales actuales hay que añadir las carencias crónicas.

Organizaciones no gubernamentales coincidieron en apuntar que el trabajo será, además, muy largo ya que muchos de los más de 450.000 desplazados internos generados por los combates no pueden retornar a sus destruidos hogares y aún no es fácil saberlo cuando se producirá.

Por primera vez desde que hace siete años Israel impusiera un bloqueo económico y un asedio militar a la Franja, representantes del Programa Mundial de Alimentos han podido cruzar el paso fronterizo de Rafah, con Egipto, y repartir comida.

Un segundo convoy atravesará la frontera en los próximos días, agregó.

La apertura del paso de Rafah, que Egipto mantenía sellado desde que hace un año destruyera los túneles de contrabando, fue otra de las consecuencias del pacto, aunque todavía no se ha aplicado en su totalidad.