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El secretario de Estado de estadounidense, John Kerry, explicó ayer a sus homólogos de Rusia, Sergei Lavrov; Reino Unido, William Hague; Francia, Laurent Fabius, y la responsable de Exteriores de la Unión Europea (UE), Catherine Ashton, la nueva estrategia de Washington sobre Siria.

Kerry telefoneó a esos líderes «para ponerles al día y explicarles los detalles de las conclusiones» de Estados Unidos sobre el supuesto uso de armas químicas por parte del régimen sirio y la consiguiente intención de proporcionar armas a los rebeldes, informó la portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki.

El jefe de la diplomacia de Estados Unidos tiene previsto hablar con el ministro de Exteriores de Turquía, Ahmed Davotuglu, y prevé seguir este fin de semana con la ronda de contactos para exponer la posición de Washington sobre Siria, agregó Psaki.

Conversaciones

La portavoz evitó detallar el contenido de las conversaciones, que se producen tres días antes de la cumbre del G8 en Irlanda del Norte y la reunión del presidente de EEUU, Barack Obama, con su colega ruso, Vladimir Putin, donde se espera que la situación en Siria sea uno de los temas centrales.

Rusia, que ha proporcionado ayuda militar al régimen del presidente sirio, Bachar Al Asad, expresó ayer su preocupación ante la decisión de Estados Unidos de apoyar militarmente a los rebeldes, lo que puede generar más tensión en un momento en que ambas potencias buscan cerrar la convocatoria de una conferencia de paz sobre Siria en Ginebra.

«Seguimos trabajando para planear una conferencia y se mantiene la reunión de la próxima semana para resolver algunos de los asuntos problemáticos» que han impedido hasta ahora concretar ese foro, que debería reunir a representantes del régimen y la oposición siria, apuntó Psaki.

La portavoz anunció ayer, además, que el Gobierno de Obama ya ha notificado al Congreso el próximo despliegue de su segundo tramo de ayuda «no letal» a la oposición siria, que consiste en «medios de transporte y equipos de comunicaciones».

El nuevo tramo, anunciado por Kerry a finales de abril, está valorado en unos 123 millones de dólares y eleva el total de la ayuda no letal estadounidense a 250 millones de dólares.