Un rebelde sirio huye de los bombardeos del Ejército en la barriada de Aladino en Alepo. | GORAN TOMASEVIC

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El presidente sirio, Bachar al Asad, desafió ayer a los «terroristas», como denomina a los rebeldes que buscan derribar su régimen, y reforzó sus vínculos con su aliado clave, Irán, con el que forma el denominado «eje de la resistencia» antiimperialista. Pese a la importante defección sufrida el lunes, con la huida del primer ministro, Riad Hiyab, el régimen continuó ayer los bombardeos sobre los insurgentes y la población civil, al tiempo que su mandatario insistió en que su gobierno tiene la «determinación de limpiar la nación de terroristas».

Al menos 140 personas murieron en la jornada, según la red de activistas Comités de Coordinación Local, una cifra que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos situó en 130, de los cuales, precisó, 95 fueron civiles y rebeldes y 32 miembros de las fuerzas del régimen.

Segunda aparición

El presidente sirio se entrevistó ayer con el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Said Jalili, en una reunión de la que la televisión mostró imágenes y que es solo su segunda aparición pública tras el atentado que acabó con su cúpula militar, el pasado 18 de julio. Al Asad acusó a «países occidentales y sus aliados» de tratar de quebrar el eje de la resistencia, formado por Damasco y Teherán, por lo que aquellos «ponen como objetivo a Siria y apoyan el terrorismo».

«Siria está avanzando en el diálogo nacional y es capaz, gracias a la voluntad de su pueblo, de doblegar los planes extranjeros que tienen como objetivo al eje de la resistencia», dijo, según un comunicado presidencial. Las palabras de Al Asad encontraron sintonía en la réplica del emisario iraní, cuyo país ha elevado la retórica contra estados que apoyan a los rebeldes sirios, como Estados Unidos, Arabia Saudí, Turquía o Catar.