El Papa Benedicto XVI ha proclamado este domingo beato a su predecesor Juan Pablo II ante alrededor de un millón de personas congregadas en la Plaza de San Pedro. | Youtube

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El Papa Benedicto XVI ha proclamado este domingo beato a su predecesor Juan Pablo II ante alrededor de un millón de personas congregadas en la Plaza de San Pedro y que ocupaban también la Vía de la Conciliación y las calles adyacentes, según estimaciones del Vaticano. Se convierte así en el décimo Papa beato proclamado por la Iglesia católica y el primero proclamado por su inmediato sucesor en los últimos 1.000 años.

La celebración ha estado marcada por la salida del sol sobre San Pedro, ha sido precedida por una hora de oración, en la que los peregrinos han rezado la corona de la Divina Misericordia, una devoción instituida por la santa polaca Faustina Kowalska y de la que era muy devoto Juan Pablo II.

Antes de comenzar el acto a las 10.40 horas, Benedicto XVI ha hecho un recorrido por la plaza en un coche descubierto para saludar a los peregrinos y una vez en el altar, el Vicario para la diócesis de Roma, el cardenal Agostino Vallini, ha comenzado el rito de la beatificación con la lectura de la biografía del Pontífice beato.

Posteriormente, el Papa ha incluido de forma oficial a Juan Pablo II en la lista de los beatos de la Iglesia Católica mientras se descubría un tapiz con la imagen Pontífice --una imagen de 1995 realizada por un fotógrafo polaco-- en la fachada del Vaticano, y se cantaba el himno del beato, inspirado en las palabras de Karol Wojtyla 'Abrid las puertas a Cristo', pronunciadas el 22 de octubre de 1978 en la ceremonia de inicio de su Pontificado. Inmediatamente después, los fieles han roto en un aplauso que se ha prolongado durante cinco minutos.

Durante su homilía, Benedicto XVI ha comenzado diciendo con entusiasmo y levantando la voz: «El día esperado ha llegado pronto porque así lo ha querido el Señor. Juan Pablo II es beato». La frase ha sido respondida con multitud de aplausos y vítores de los cientos de miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro y las calles adyacentes.

Poco antes, el Pontífice subrayaba que «ya aquel día», el 8 de abril de 2005, se percibía «el perfume de su santidad» y que «el pueblo de Dios manifestó de muchas maneras su veneración hacia él». En este sentido, ha subrayado que, por eso, ha querido que, «respetando debidamente la normativa de la Iglesia», la causa de su beatificación «procediera con razonable rapidez».

Además, el Pontífice ha destacado que el Papa Juan Pablo II abrió «la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos» a Cristo «con la fuerza de un gigante».

Igualmente, se ha referido a las cualidades de Juan Pablo II y ha pronunciado con fuerza la palabra 'humildad' para recordar al Santo Padre. Además, el Pontífice, que fue colaborador de Juan Pablo II como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha subrayado que «con su testimonio de fe, de amor y valor apostólico» el Papa polaco «ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos».

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En el Regina Caeli, el Papa ha saludado «con afecto» a los peregrinos en diferentes idiomas, entre ellos, el español y se ha dirigido a todos los fieles de lengua española «y en especial» a los cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas y fieles, así como a las delegaciones oficiales y autoridades civiles de España y Latinoamérica.

El Pontífice ha recordado que «el nuevo beato recorrió incansable» las tierras de los hispanoparlantes, «caracterizadas por la confianza en Dios, el amor a María y el afecto al Sucesor de Pedro» y ha asegurado que Juan Pablo II sintió en cada uno de sus viajes «el calor de su estima sincera y entrañable».

«Os invito a seguir el ejemplo de fidelidad y amor a Cristo y a la Iglesia, que nos dejó como preciosa herencia. Que desde el cielo os acompañe siempre su intercesión, para que la fe de vuestros pueblos se mantenga en la solidez de sus raíces y la paz y la concordia favorezcan el progreso necesario de vuestras gentes», ha pedido Benedicto XVI.

BANDERAS DE POLONIA

Los peregrinos mantenían en todo momento las pancartas alzadas. En una de ellas, levantada en el brazo derecho de la columnata de Bernini por miembros del movimiento 'Comunión y Liberación', se podían leer las palabras del primer discurso de Juan Pablo II -'No tengáis miedo, abrid las puertas a Dios'-- en letras rojas sobre una tela blanca que se extendía a lo largo de ocho columnas. Asimismo, una pancarta vertical levantada en el aire por una decena de globos rojos rezaba 'Gracias a Dios'. Asimismo, muchas banderas polacas repartidas por toda la plaza se agitaban con fuerza, sobre todo cuando el Papa se ha dirigido a ellos.

Entre los primeros fieles en llegar a la Plaza de San Pedro esta mañana, se encontraba un grupo de 200 jóvenes provenientes de San Sebastián, Bilbao y Sevilla, entre otros ciudades, que llegaron anoche en barco a las 00,00 horas y s dirigieron directamente a San Pedro. Uno de los jóvenes, Iñaki, ha asegurado, en declaraciones a Europa Press, que el viaje «ha sido agotador, pero ha valido la pena».

En el mismo barco han llegado también un grupo de madrileños, un total de 600 personas, que nada más llegar a Roma han accedido directamente al fondo de la Vía de la Conciliación, donde han pasado toda la noche a la espera de que se abrieran los accesos a las 05,30 de la mañana, mientras repicaban las campanas y la luz de una vela se agitaba en el alfeizar de la ventana de Benedicto XVI.

Al finalizar la ceremonia el Pontífice ha besado el altar y ha entrado en la Basílica para venerar el cuerpo de Juan Pablo II mientras las campanas de San Pedro tocaban a Gloria como signo de que Juan Pablo II ha sido incluido en la lista de los beatos de la Iglesia católica y que han repicado durante unos quince minutos. Al salir de la Basílica, Benedicto XVI se ha acercado a saludar a los jefes de estado, entre ellos, a los Príncipes de Asturias.