Dos furgonetas transportan los ataúdes con las víctimas a la base militar de la ciudad de Mardán. | FAYAZ AZIZ

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Un niño con uniforme escolar se inmoló ayer en un centro de reclutamiento del Ejército pakistaní, provocando la muerte a 31 cadetes, dijeron funcionarios, en un ataque que desafía la convicción del Gobierno de que ha conseguido debilitar a los insurgentes.

El Ejército de Pakistán ha llevado a cabo una serie de ofensivas contra los talibanes vinculados con Al Qaeda, que se atribuyeron la responsabilidad del ataque.

Las operaciones en las anárquicas zonas tribales a lo largo de la frontera afgana no han logrado quebrantar la resolución de los combatientes talibanes, decididos a desestabilizar al Gobierno, respaldado por Estados Unidos.

La bomba en la localidad noroccidental de Mardan sugiere que los talibanes se están reagrupando tras un período de relativa calma.

En una muestra del nerviosismo del Gobierno en temas de seguridad, los soldados que estaban en la puerta del complejo militar registraban a los conductores antes de permitirles que ingresaran los féretros en el recinto.

Las operaciones extremistas en los últimos meses han sido principalmente sectarias y no se han concentrado en objetivos militares.

Una veintena de heridos

«El suicida atacó a los reclutas cuando estaban realizando su entrenamiento matutino», dijo un funcionario militar. Al menos 20 personas resultaron heridas.

Un comunicado del Ejército indicó que un niño entró en el recinto y se inmoló, sin dar detalles de su edad. Un funcionario de inteligencia dijo que tenía 12 años, pero miembros del Gobierno luego señalaron que tenía entre 19 y 20.

Los talibanes dijeron que fueron los responsables del atentado y agregaron que atacaron a los reclutas debido a que «el Ejército pakistaní está trabajando para los intereses estadounidenses en Pakistán». «Parece que los talibanes son una fuerza aún muy poderosa porque continúan atacando instalaciones, aunque hayan estado callados un tiempo», dijo el general Talat Masood. «Se reafirman tras un tiempo y llevará tiempo considerarlos algo menos que una amenaza», añadió.

El pasado marzo, dos suicidas mataron con una bomba a al menos 45 personas en la ciudad de Lahore, entre ellos nueve soldados.