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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, realizó ayer su segundo viaje a Luisiana, una de las zonas del país más afectadas por el vertido de crudo que ocasionó la explosión de una plataforma de la petrolera BP en el Golfo de Méxido para mostrar liderazgo en la contención del mayor derrame en la historia de ese país.
Obama llegó al área costera de Luisiana, donde la marea negra penetró en los pantanos y obligó a clausurar una lucrativa zona de comercio de pesca, que desató el enojo de las comunidades residentes que aún se están recuperando del paso del huracán Katrina.
La creciente indignación pública y la frustración por el derrame fuera de control se han convertido en un desafío mayor para Obama. Las encuestas de opinión muestran que la población está disconforme con la manera en que el mandatario está conduciendo la crisis que ya lleva 5 semanas.
Responsabilidad
Obama, que estuvo a la defensiva en la rueda de prensa que ofreció el jueves y rechazó las críticas sobre la lentitud de la respuesta oficial frente al derrame, asumió ayer su responsabilidad.
El presidente de Estados Unidos repitió ayer que BP debe asumir los costos del derrame de crudo en el Golfo de México, pero asumió la responsabilidad para resolver el desastre.
Obama decidió triplicar los 20.000 efectivos del personal federal destinado a combatir la marea negra en el golfo de México en su segunda visita a la zona, durante la que aseguró que el vertido de petróleo es un «asalto a la población y a la economía regional».
Las posibilidades de éxito del procedimiento denominado «top kill», para frenar el derrame de crudo en el Golfo de México, se mantienen entre un 60 y un 70 por ciento, dijo el viernes a Reuters el presidente de la petrolera BP, Tony Hayward.
«Top Kill»
BP inició el miércoles el plan, que consiste en inyectar fluidos pesados en su pozo dañado en el lecho marino. «Lo hemos derribado, pero no hemos podido ponerle una bala en la cabeza todavía», dijo Hayward.
El aplazamiento de un año en los nuevos proyectos de aguas profundas como consecuencia de la rotura del pozo del Golfo de México podría reducir el abastecimiento global de petróleo en 500.000 barriles por día (bpd) entre el 2013 y 2017, dijo Bernstein Research el viernes en un informe para sus clientes.
El mundo consume más de 80 millones de barriles por día de crudo.