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Casi dos meses después de las controvertidas elecciones presidenciales del 12 de junio, que todos los candidatos de la oposición han calificado de fraudulentas, Mahmud Ahmadineyad fue investido ayer presidente de Irán en una ceremonia que fue boicoteada por los ex mandatarios Mohamed Jatamí y Akbar Hashemi Rafsanyani y por la mayoría de los 70 diputados reformistas.

Tras jurar su segundo mandato presidencial, Ahmadineyad manifestó que Irán desea la «paz y la seguridad» para «toda la humanidad» frente a «la injusticia, la agresión y la arbitrariedad de ciertos países».

La ceremonia se efectuó a primera hora en el Parlamento, mientras cientos de simpatizantes de la oposición se manifestaban en las inmediaciones en contra del mandatario y en favor del principal candidato opositor, Mir Hosein Musavi. No se produjeron enfrentamientos, pero la policía llevó a cabo al menos diez detenciones.

«Deseamos la paz y la seguridad internacional, pero dado que las queremos para toda la humanidad, nos oponemos a la injusticia, a la agresión y a la arbitrariedad de ciertos países», aseveró durante su discurso de investidura. Irán quiere la coexistencia pacífica con todo el mundo, pero resistirá frente las «amenazas», prosiguió.

Ahmadineyad recordó en su discurso a los dirigentes de EEUU, Francia, Reino Unido, Italia y Alemania, que el martes anunciaron su intención de no felicitarle por su reelección: «Hemos oído que algunos dirigentes occidentales han decidido reconocer pero no felicitar al nuevo gobierno [...] Pues bien, nadie en Irán está esperando vuestros mensajes».