Un grupo de iraníes protesta ante la Embajada del Reino Unido en Teherán. Foto: FARS NEWS/REUTERS

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REUTERS/EFE

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, endureció ayer su tono al hablar de las protestas en Irán, y se declaró «escandalizado e indignado» por la represión contra los manifestantes. Obama, criticado por lo que la oposición republicana considera una respuesta muy tibia a la violencia del régimen contra los que reclaman reformas, aprovechó ayer una rueda de prensa, la primera en solitario en casi dos meses, para expresar su «condena enérgica» de las acciones «injustas» contra quienes protestan en las calles en Irán.

«Estados Unidos y la comunidad internacional están consternados y escandalizados por las amenazas, palizas y encarcelamientos de los últimos días», dijo Obama, en una declaración inicial antes de contestar las preguntas de la prensa. El presidente acusó a miembros del Gobierno iraní de acusar a Estados Unidos de instigar las protestas sobre el resultado de las elecciones como una forma de evitar el debate sobre el futuro del país.

«Estas acusaciones son claramente falsas y absurdas. Son un intento obvio de distraer a la gente sobre lo que está pasando de verdad dentro de las fronteras de Irán», declaró Obama. Añadió que «el pueblo iraní tiene el derecho universal de reunión y de libre expresión».

Ya en el interior de Irán, el líder supremo de la Revolución iraní, ayatolá Ali Jameneí, ha aceptado una propuesta del Consejo de Guardianes para extender cinco días más la fecha límite de presentación de quejas electorales, informó la televisión estatal. Según la fuente, la máxima autoridad de Irán ha informado al Consejo que «admite el requerimiento elevado» el martes por el secretario de los Guardianes, el ayatolá Ahmad Janati.

El Consejo de Guardianes, órgano encargado de validar los resultados para que sean oficiales, ha admitido que en al menos cincuenta ciudades se registró un número mayor de votos que electores censados. Sin embargo, ya ha advertido que ni el recuento aleatorio ni el hecho de que haya más sufragios variará sustancialmente el resultado electoral, y que en ningún momento se ha planteado la repetición de los comicios.

«Si hubiera ocurrido una grave ilegalidad en las elecciones, el Consejo habría anulado los votos en las urnas, colegios, distritos o ciudades afectadas, como ya ha hecho en otras ocasiones en elecciones parlamentarias», dijo el portavoz del Consejo Ali Abbas Kadkhodaei. «Pero afortunadamente, en estas elecciones presidenciales no hemos hallado rastros de fraude masivo. No ha habido violaciones graves. Así que no hay posibilidad de que se anulen los comicios», subrayó.

Los resultados electorales han terminado de dividir el país y puesto de manifiesto las graves disidencias que existen en el seno de la cúpula de poder iraní.