La imagen, captada por un testigo mediante la grabación de un teléfono móvil y colgada en internet, muestra a Neda, una joven iraní de 19 años que se desangró hasta morir durante una manifestación en Teherán. Foto: EFE

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Las calles del centro de Teherán fueron ayer escenario una vez más de enfrentamientos entre manifestantes reformistas convocados por el ex candidato Musaví y agentes de policía apoyados por la milicia islamista Basij, después de que la Guardia Revolucionaria, la unidad de élite militar, advirtiera por primera vez de que podría intervenir para sofocar las protestas. Todo ello el mismo día en que el Consejo de Guardianes iraní admitió que los votos recogidos en 50 ciudades superan el número de personas censadas.

Según Reuters, que cita a varios testigos, ya que los medios extranjeros no pueden salir a cubrir las protestas, unos mil manifestantes partidarios de Musaví se concentraron en la plaza de Haft e Tir, en el centro de Teherán. Aunque en un principio dichos testigos indicaron que la situación parecía estar en calma, posteriormente se habrían producido enfrentamientos entre los manifestantes y la policía, la milicia Basij y el movimiento religioso Hezbolá. La misma fuente indicó que la policía habría empleado sus armas reglamentarias para efectuar disparos al aire y dispersar así a los manifestantes pacíficos.

Horas antes de las protestas, la Guardia Revolucionaria Islámica, la unidad de élite militar que vela por el cumplimiento de las normas islámicas y la moralidad, advirtió que haría frente a las manifestaciones «ilegales» que convoquen los ex candidatos a la Presidencia.

En este contexto, las autoridades británicas han iniciado la evacuación de los familiares de los trabajadores de la Embajada en Teherán, que permanecerán fuera de Irán «hasta la que la situación mejore», según explicó un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Por otro lado, el portavoz del Consejo de los Guardianes, máximo órgano legislativo iraní, Abbas Alí Kadjodaei, reconoció en una comparecencia pública que las irregularidades electorales afectan a al menos tres millones de votos que fueron contabilizados a pesar de que con ellos se superase el número de personas censadas en varias circunscripciones. Kadjodaei aseguró que el hecho de que la participación superara el 100% en algunas ciudades es una circunstancia normal, ya que no hay ninguna normativa que establezca que la gente tenga que votar en las presidenciales en su lugar de residencia.

Kadjodaei admitió, sin embargo, que el Consejo de Guardianes podría ordenar un recuento de las mesas afectadas.