Un joven herido en un brazo tras recibir un disparo durante uno de los actos de protesta celebrados ayer en la capital iraní. Foto: EFE

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AGENCIAS-TEHERAN

Cientos de miles de iraníes, casi un millón de ellos, desafiaron durante la jornada de ayer a las autoridades y colapsaron el centro de Teherán en apoyo al candidato opositor, Mir Husein Musaví, quien pidió la repetición de los comicios presidenciales del viernes, en los que venció el presidente Mahmud Ahmadineyad, entre notables sospechas de fraude.

La manifestación concluyó con nuevos enfrentamientos entre grupos de milicianos «Basij» y seguidores de Musaví que causaron un muerto por arma de fuego, decenas de heridos y numerosos detenidos.

Testigos indicaron que los milicianos abrieron fuego contra un grupo de seguidores de Musaví en la plaza de Azadí, en el oeste de Teherán, hacia donde se dirigió casi un millón de manifestantes.

En silencio, con el brazo derecho alzado y haciendo el signo de la victoria con los dedos, cientos de miles de personas desfilaron por la emblemática avenida Enguelab, escenario de las manifestaciones que hace treinta años acabaron con la autocracia del último Sha de Persia, Mohamad Reza Pahleví.

Al frente de la marcha dos hombres que hace tres décadas también lideraron el movimiento opositor al régimen dictatorial, el ex primer ministro Mir Husein Musaví y el ex presidente del Parlamento Mehdi Karrubí.

Sereno, con rostro cansado por los últimos días de tensión, Musaví reapareció en público pese a la advertencia del ministerio de Interior de que sería el responsable de lo que sucediera en una manifestación que había sido vetada.

«Estamos preparados para participar en unas nuevas elecciones presidenciales. El voto del pueblo es mucho más importante que la persona de Musaví o cualquier otro», afirmó.

La comunidad internacional no ha tardado en expresar su preocupación por la situación generada en Irán. El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo que Estados Unidos está «preocupado por lo que hemos visto» en Irán, un país con el que Washington no tiene relaciones bilaterales desde 1980.

El primer ministro británico, Gordon Brown, advirtió también ayer al Gobierno de Irán de que su respuesta a las protestas de la oposición afectará a sus futuras relaciones con la comunidad internacional.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, indicó que «se debería de respetar la verdadera voluntad» de los iraníes y el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, mostró «preocupación» por la inestabilidad.