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EVA MARTÍNEZ MILLÀN-LONDRES El primer ministro británico, Gordon Brown, ha sufrido un nuevo revés para su maltrecha autoridad política a raíz de las recientes renuncias en su Gabinete y en las últimas horas ha visto cómo al inicio de una rebelión entre diputados laboristas que promueven una campaña para que abandone se sumaban las insistentes llamadas de la oposición para que convoque elecciones.

Casi en el ecuador de una semana considerada crucial para su liderazgo y en la víspera de unas elecciones locales y europeas que se prevén devastadoras para el Laborismo, Brown experimenta una creciente presión para que deje el cargo que asumió hace dos años y al que se aferra en base a considerar que es la «mejor persona» para dirigir las reformas institucionales pendientes en Reino Unido y sacar al país de la recesión.

Sin embargo, la filtración ayer de la renuncia de la ministra de Interior, Jacqui Smith, quien preveía dejar el Gobierno en la inminente remodelación, y el anuncio ayer mismo de la titular de Comunidades, Hazel Blears, de que también deja el Ejecutivo han situado al mandatario en un delicada posición que ha llevado a que la campaña promovida para propiciar su desalojo del 10 de Downing Street haya recabado ya el apoyo de entre 70 y 80 parlamentarios.

Brown tiene que hacer frente a una nueva sacudida, ahora interna, ya que según The Guardian un grupo de diputados ha comenzado a sumar respaldos en la recogida de firmas.