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EFE-NUEVA YORK El estadounidense Bernard Madoff ingresó ayer en prisión, tres meses después de que sus hijos le denunciaran por haber mantenido durante casi 20 años una gigantesca estructura financiera que se podría convertir en una de las mayores estafas de la historia.

«No soy capaz de expresar cuánto lamento mis delitos, por los que estoy profundamente avergonzado», afirmó ante el juez en su primera declaración pública sobre el fraude que él mismo cifró en 50.000 millones de dólares y por el que se enfrenta a una condena de hasta 150 años de prisión.

A sus 70 años y con unos tres millones de víctimas en todo el mundo, la posibilidad de que pase el resto de su vida en prisión es muy elevada, por lo que el juez temía que intentara huir si quedaba en libertad.

Por ese motivo, el juez del Tribunal Federal de Manhattan revocó la libertad condicional de la que podía haber gozado tres meses más y le ordenó esperar en prisión hasta el 16 de junio, cuando está prevista la emisión de la sentencia.

El financiero confesó, con la templanza que ha demostrado en casi todos los momentos en los que se le ha podido ver en público desde su detención, que montó su esquema Ponzi a comienzos de los años 90 en respuesta a un momento de recesión en el que muchos inversores le pidieron asesoría.

Agregó que su intención era mantener esa estructura financiera durante un tiempo y luego desmantelarla, pero finalmente ha estado casi veinte años captando más y más fondos para pagar los intereses que se iba comprometiendo a obtener de supuestas inversiones que no se llegaron a hacer.