Obama conversa con el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, ayer en el Despacho Oval. Foto: PETE SOUZA/EFE

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MACARENA VIDAL-WASHINGTON

El nuevo presidente de EEUU, Barack Obama, desarrolló ayer una frenética actividad en su primer día de trabajo, en el que firmó una serie de órdenes sobre la ética de su Gobierno, prometió involucrarse en Oriente Medio y debía cerrar la jornada la pasada madrugada reuniéndose con su equipo económico y los mandos militares. «La transparencia y el Estado de Derecho serán la base de mi presidencia», afirmó el presidente en una ceremonia de firma de varias órdenes ejecutivas, entre las que figuran la congelación de los salarios del cerca de un centenar de funcionarios de la Casa Blanca que cobran más de 100.000 dólares anuales (77.700 euros).

En momentos en los que el país atraviesa una dura crisis económica, «las familias se están apretando el cinturón, y lo mismo debe hacer Washington», sostuvo el nuevo mandatario. También suscribió una iniciativa para fomentar la transparencia del Gobierno, que exigirá que todos los organismos gubernamentales vean las peticiones de información que se les presenten bajo la Ley de Libertad de Información.

«La Ley de Libertad de Información es la herramienta más poderosa que tenemos para hacer que el nuestro sea un Gobierno honesto y transparente», declaró. Obama, que juró su cargo este martes, suscribió también una orden ejecutiva que establece rígidos límites a los cabilderos que representan los intereses de grupos de presión o de empresas ante las entidades políticas.

A partir de ahora, los cabilderos no podrán ocupar puestos del Gobierno relacionados con áreas que ellos hayan representado durante los últimos dos años. Tras ocupar un cargo en el Gobierno, no podrán ejercer como cabilderos hasta que Obama haya dejado la Presidencia, ni podrán intentar ejercer influencia sobre sus ex colegas durante dos años. Los cabilderos en ejercicio no podrán, por su parte, hacer regalos a los funcionarios públicos.

Las órdenes ejecutivas suscritas ayer, sin embargo, no son la primera medida de Obama, que ya el martes por la noche pidió a los jueces en Guantánamo suspender durante 120 días los juicios contra los sospechosos de terrorismo retenidos en esa prisión. La Casa Blanca también congeló, a la espera de revisarlas, las medidas aprobadas a última hora por el presidente anterior, George W. Bush.

Tras leer la carta personal que, como es tradición, le dejó su predecesor en la mesa, el nuevo mandatario telefoneó al primer ministro israelí, Ehud Olmert, y al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, a quienes expresó su compromiso de tener un papel activo en la búsqueda de la paz israelo-árabe.

El mismo mensaje transmitió a otros dos líderes árabes, el rey Abdalá II de Jordania y el presidente egipcio, Hosni Mubarak. Durante la mañana, Obama también se desplazó a la Catedral Nacional en Washington junto a su esposa, Michelle, para asistir a un servicio religioso, una tradición que perdura desde los tiempos de George Washington en el primer día de trabajo de un presidente.