El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez; el presidente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, y el vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, manifestaron su sintonía. Foto: J.J. GUILLÉN/EFE

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El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, adelantó ayer que la institución presentará nuevas previsiones mundiales en enero que supondrán un empeoramiento respecto a las anteriores, dado que, según dijo, los mercados internacionales se enfrentan a un riesgo de «recesión global». En este contexto, indicó que la salida de la crisis no se producirá hasta finales de 2009 o principios de 2010.

En el caso de España, las últimas previsiones del FMI apuntan a que la economía se contraerá al menos un 1% en 2009 y el déficit alcanzará ese año el 5% del PIB.

Así lo puso de manifiesto Strauss-Kahn durante su intervención en las jornadas 'España en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial: Cincuenta años de relación', donde aseguró que tanto el escenario como las perspectivas globales siguen deteriorándose y que 2009 será un año «muy difícil» para la economía global.

Además, Strauss-Kahn aseguró que alcanzar la recuperación económica requerirá una política «muy activa» que, según indicó, no está seguro de que ya se esté implantando en los diferentes países. Así, lanzó duras críticas a los gobiernos nacionales, especialmente contra aquéllos congregados en la cumbre del G-20.

Según dijo, estos países se dieron cuenta a lo largo de la cumbre de que «algo hay que hacer, pero en su vuelta parecen más reacios a aplicar las políticas en las que estaban de acuerdo cuando estaban juntos». Así, habló de la «fatiga del rescate», que se produce cuando no se ven resultados en las sucesivas medidas que se van tomando. «En conjunto, estoy un poco preocupado por los planes para restaurar la confianza en el mercado financiero. El seguimiento no va a ritmo deseado», resumió.

En este sentido, consideró que el FMI puede jugar un papel fundamental ayudando a los países a poner en marcha las políticas que necesita la economía, orientadas a restaurar la confianza, habilitar medidas en los mercados financieros para abrir los flujos de crédito y poner en marcha medias fiscales y de apoyo a la liquidez.