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AGENCIAS La resaca electoral en Estados Unidos está sacando a la luz todos los problemas con los que se tiene que enfrentar a partir de ahora el Partido Republicano, carente de un líder nacional claro y con una profunda crisis de identidad.

Paralelamente, empiezan a conocerse las batallas internas entre John McCain y su número dos, Sarah Palin, que arrojan luz sobre la difícil relación que existía entre ambos líderes durante la campaña electoral.

Según publicaba ayer el diario The New York Times, hubo una «guerra civil» en el seno de los republicanos con sus dos cabezas visibles enfrentados en plena campaña electoral, que tuvo su momento más trágico a raíz de las declaraciones de Palin, vía telefónica, que hizo a un falso Nicolas Sarkozy sobre su hipotética candidatura a la presidencia. La gobernadora de Alaska no dudó del imitador del presidente francés, pese a su exagerado acento, y reconoció que se veía como presidenta en «ocho años».

McCain vio con muy malos ojos las ambiciones de su número dos, que antes de su ofrecimiento al ticket republicano era una auténtica desconocida en la escena política de ámbito nacional. Portavoces anónimos de ambos políticos reconocen al diario neoyorquino que a partir de entonces apenas hubo relación entre ellos. Durante el discurso tras conocerse la derrota, el senador sólo nombró a la gobernadora en una ocasión.