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AGENCIAS Las protestas pacíficas iniciadas el lunes por los monjes tibetanos han derivado en enfrentamientos y actos violentos protagonizados también por otros ciudadanos, coincidiendo con el 49 aniversario de la fracasada rebelión contra la invasión china. Las manifestaciones y sus circunstancias, que se están extendiendo a otras regiones colindantes con Tibet y han derivado en el bloqueo de los monasterios, han llevado al Dalai Lama a pedir a Pekín que no emplee la «fuerza bruta» y, en cambio, «aborden el resentimiento del pueblo tibetano a través del diálogo». Algunos informes hablan ya de dos muertos, aunque la cifra podría aumentar.

La mecha la encendieron los monjes el lunes y numerosas personas se han sumado en Lhasa, la capital tibetana, a las protestas inicialmente pacíficas en recuerdo de la rebelión contra la invasión china. En un gesto de transparencia poco habitual, la agencia oficial china 'Xinhua' detalló incendios en tiendas, monasterios y mercados, así como incendios en vehículos entre los que se encontraban coches de Policía. Aunque se desconoce la implicación de los religiosos, parece más probable que estos incidentes se deban a personas furiosas por la represión de las Fuerzas de Seguridad.

En concreto, ayer se vivió tensión en un pequeño templo de Lhasa, donde según testigos la gente salió huyendo y se registraron varios heridos. Durante estos altercados, se pudieron oír disparos y, por tanto, la Embajada estadounidense recomendó a sus nacionales quedarse en sus casas.

El Dalai Lama, líder espiritual del Tíbet, aseguró ayer que los disturbios registrados en la capital de la región, Lhasa, son «una manifestación del arraigado resentimiento de los tibetanos bajo el actual Gobierno» chino.

En un comunicado difundido por el Gobierno tibetano en el exilio indio, Tenzin Gyatso se mostró «profundamente preocupado» por las protestas, en las que se han registrado ya la muerte de varias personas.

El Dalai Lama llamó a los dirigentes chinos a «dejar de usar la fuerza» y abordar el resentimiento de los tibetanos a través del «diálogo», a la vez que instó a sus compatriotas a no usar la violencia en sus protestas.