Seguidores del opositor Movimiento Democrático Naranja (ODM) de Raila Odinga, durante un enfrentamiento contra la policía. Foto: EFE

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OTR/PRESS-NAIROBI/BRUSELAS

El presidente de Kenia, Mwai Kibaki, hizo ayer un llamamiento para el fin de la violencia en el país, que comenzó la semana pasada tras su reelección en los comicios presidenciales, y aseguró estar dispuesto a dialogar con la oposición cuando la situación se calme.

«Estoy dispuesto a mantener un diálogo con las partes preocupadas una vez que la nación se calme y las temperaturas políticas desciendan lo suficiente para un compromiso constructivo y productivo», declaró Kibaki a los medios de comunicación en el exterior de su residencia en Nairobi.

Las dudas acerca de la limpieza en los comicios presidenciales celebrados en Kenia el 27 de diciembre llegan incluso al fiscal general, Amos Wako, quien pidió ayer una investigación independiente en torno a los mismos. Las elecciones, que dieron la victoria al presidente Mwai Kibaki y han originado fuertes disturbios que han derivado en más de 300 muertos, deberían repetirse, según el líder opositor, Raila Odinga, quien se muestra dispuesto a formar un Gobierno provisional hasta entonces y favorecer la mediación internacional en el conflicto. Sin embargo, desde la formación del presidente se mantienen acusaciones de genocidio contra la oposición, incluso instando al Tribunal Penal Internacional de La Haya a iniciar un proceso al respecto. El fiscal general hizo público un comunicado en el que aseguró que «es necesario, como prioridad básica y mediante un acuerdo con alguna persona u organismo independiente, que se emprenda inmediatamente un recuento de votos válidos» emitidos en los comicios de la semana pasada.

Y es que, a su juicio, Kenia está «degenerando rápidamente en una catástrofe de inimaginables proporciones», por lo que es necesario «apaciguar» la tensión entre el partido presidencial de Kibaki y el Movimiento Democrático Naranja, liderado por Odinga. Estos enfrentamientos, que adquieren carácter de lucha étnica, han dejado desde su comienzo al menos tres centenares de muertes y unos 70.000 desplazados. Mientras, la oposición sigue con sus protestas, muchas de las cuales terminan en batallas campales con la policía.