Un oficial examina el lugar en el que un suicida hizo estallar la bomba. Foto: REUTERS

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ISLAMABAD-OTR PRESS

Pakistán ha vuelto a asistir a una nueva masacre contra una figura política y, por extensión, contra la población. Al menos 50 personas murieron y alrededor de un centenar resultaron heridas cuando celebraban la fiesta del cordero musulmana en una mezquita de la localidad de Sherpao, en Pakistán. El atentado suicida tenía como objetivo al último ministro de Interior Aftab Khan Sherpao, que logró salir ileso.

El terrorista estaba rezando entre los fieles congregados en la mezquita del complejo residencial de Sherpao, en la localidad homónima ubicada a 40 kilómetros al noroeste de Peshawar, al noroeste de Pakistán. «Estábamos rezando cuando sucedió la enorme explosión», recordó Shaukat Ali, superviviente del trágico incidente en plena fiesta del cordero musulmana.

El jefe de la Policía provincial, Muhammad Sharif Virk, explicó que el terrorista explotó entre la multitud que se encontraba en el interior del centro religioso, cerca de los centenares que se agolpaban en los alrededores. Según informaciones de 'Al Jazeera', citando a Sharif Virk, el suicida «se encontraba en la segunda fila, detrás del anterior ministro» cuando hizo estallar los artefactos que portaba.

El policía encargado de la seguridad de la mezquita, Iqbal Hussain, no se explica cómo entró el suicida al interior del edificio, puesto que todos los asistentes pasaron por un detector de metales. «Puede que saltara por encima de un muro porque es bastante bajo», especuló. En este sentido, el actual ministro de Interior, Hamid Nawaz, defendió que «no hubo ningún lapso» de seguridad, ya que «se habían tomado todas las precauciones posibles», en declaraciones a 'Aaj TV'.

Segundo atentado

Al parecer, la bomba contenía entre 6 y 8 kilos de explosivos mezclados con clavos para provocar el mayor número de víctimas posible, indicó el responsable de la unidad de artificieros. Los investigadores barajan a este respecto la hipótesis de la autoría de milicianos de Al Qaeda o simpatizantes de los talibán, activos en la región, mientras intentan llevarse a término las primeras detenciones.

«Sí, estoy bien». Así se refirió Sherpao a su estado de salud, después de salir ileso del segundo atentado contra él en menos de un año. El pasado abril, Sherpao resultó herido leve cuando otro terrorista se inmoló en un mitin de su partido político en la localidad cercana de Charsadda y mató a 28 personas. De hecho, el Gobierno de Pakistán se planteó prohibir este tipo de concentraciones políticas masivas, especialmente después del ataque contra la ex primera ministra Benazir Bhutto, que provocó más de 130 fallecidos.

El presidente paquistaní, Pervez Musharraf condenó el «horrible» atentado, que se produce a escasas semanas de las elecciones parlamentarias, previstas para el 8 de enero.