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CARLOS SANTAMARÍA-EFE-MANILA Un diputado y su chófer murieron y otras 15 personas, entre ellas dos legisladores, resultaron heridas al explotar ayer una bomba en la sede del Congreso de Filipinas, donde persisten los esfuerzos para destituir a la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo.

El presidente de la Cámara Baja, José de Venecia, quien acudió minutos después al lugar que había abandonado poco antes, confirmó que se trató de un «acto terrorista», aunque no apuntó a ningún grupo en particular.

Geary Barias, jefe de la Policía de Metro Manila, identificó a las víctimas como Wahab Akbar, diputado musulmán y ex gobernador de provincia de Basilan, y su conductor, Marcial Calvo.

Akbar fue en el pasado objetivo de atentados por parte de la organización radical islámica Abu Sayyaf, que se atrinchera en el sur del archipiélago y es considerado un grupo terrorista por los gobiernos de Estados Unidos y Filipinas.

Fundado en 1991 por ex combatientes de la guerra de Afganistán contra la Unión Soviética, a Abu Sayyaf se le atribuyen algunos de los ataques más sangrientos de los últimos años en Filipinas, entre ellos el cometido en 2004 contra un ferry en la bahía de Manila, que causó 116 muertos.

El estallido del artefacto, «muy potente» según los testigos, se produjo en el vestíbulo del ala sur del complejo hacia las 20.15 hora local. A raíz de la onda expansiva, al menos tres coches quedaron calcinados y se derrumbó parte del techo de la entrada, donde se generó un incendió que fue apagado por los bomberos de Quezon City, el municipio manileño donde se encuentra la sede de la Legislatura filipina.