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EFE-WASHINTON El ex ministro socialista francés Dominique Strauss-Kahn asumirá el 1 de noviembre la jefatura del FMI, tras ser elegido ayer por el Consejo Ejecutivo de la institución como sucesor del español Rodrigo Rato.

Strauss-Kahn, de 58 años, era el candidato propuesto por la Unión Europea y derrotó a Josef Tosovsky, ex primer ministro de la República Checa y ex gobernador del banco central de su país, quien fue propuesto por Rusia.

El Consejo Ejecutivo, que representa a los 185 países miembros de la institución, escogió a Strauss-Kahn «por consenso», según informó en un comunicado.

Tras el anuncio, el político y profesor de economía francés dijo estar determinado «a impulsar sin demora las reformas necesarias para que el FMI haga que la estabilidad financiera beneficie a la comunidad internacional, al tiempo que promueve el crecimiento y el empleo».

Strauss-Kahn, que tendrá un mandato de cinco años y puede ser reelegido, se convertirá en el cuarto director gerente francés.
En total, los franceses han ocupado el puesto de mayor poder en la principal institución financiera internacional durante unos 31 años, de los 61 años que existe ese cargo. La victoria de quien fuera ministro socialista de Economía y Finanzas de 1997 a 1999 era esperada, pues había recibido el apoyo público de Estados Unidos, el máximo accionista del Fondo, además de Brasil, Argentina, Chile y la India.

Con su elección se mantiene el pacto informal entre Europa y Estados Unidos, por el cual se han repartido los cargos de poder en el FMI y el Banco Mundial desde su creación en 1944, gracias a que cuentan con el mayor número de votos en su Consejo Ejecutivo.

Hasta ahora, el director gerente del Fondo siempre ha sido europeo, mientras que la presidencia del Banco Mundial ha quedado en manos estadounidenses. Actualmente, dirige el Banco Mundial Robert Zoellick, ex lugarteniente de Condoleezza Rice en el Departamento de Estado.

Las protestas contra este arreglo entre las dos potencias han subido de volumen en los últimos años y algunos países en desarrollo mencionan esta situación como prueba de la falta de representatividad del Fondo.