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EFE-BANGKOK/WASHINGTON Al menos 300.000 birmanos salieron ayer a las calles de Rangún y otras ciudades de Birmania (Myanmar) en la mayor protesta contra la Junta Militar desde la matanza de activistas demócratas perpetrada hace dos décadas por el régimen, que ha amenazado con adoptar represalias. El ministro birmano de Asuntos Religiosos, el general Thura Myint Maung, advirtió hoy a los monjes budistas que encabezan las protestas que el Gobierno adoptará medidas contra ellos, aunque no dio detalles, según la televisión estatal birmana.

Las mayores manifestaciones tuvieron lugar ayer en Rangún, la antigua capital, y en la norteña ciudad de Mandalay, la segunda más poblada del país, y Pakokku, en la región central donde a principios de septiembre comenzó la rebelión de los monjes a raíz de la agresión sufrida por varios de ellos a manos de soldados.

En respuesta a ese incidente y a la negativa de la Junta Militar a disculparse por el maltrato de los bonzos, la Alianza de Todos los Monjes de Birmania convocó para hoy una protesta nacional que fue secundada por activistas democráticos y decenas de miles de ciudadanos dispuestos a airear en público su descontento por primera vez tras varias décadas de represión.

Unas 100.000 personas marcharon por las calles del centro de Rangún, una cifra similar en Pakokku y unas 120.000 en Mandalay, según testigos citados por diversos emisoras de radio y otros medios birmanos de la disidencia. La Junta Militar, que preside el general Than Shwe y que guarda un silencio poco común sobre lo que está ocurriendo en las calles de la empobrecida Birmania, tenía previsto mantener una reunión de urgencia en Napydaw, la nueva capital del país y la fortaleza que ingenieros norcoreanos construyeron a unos 400 kilómetros al norte de Rangún, indicó radio «Mizzima».

Mientras, el presidente de Estados Unidos, George Bush, anunciará hoy ante la Asamblea General de la ONU la imposición de nuevas sanciones contra Birmania, según adelantaron ayer altos funcionarios de la Casa Blanca.