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EFE-LONDRES
El primer ministro británico, Tony Blair, se expone a la mayor rebelión en filas laboristas desde la invasión de Irak cuando el Parlamento vote hoy la renovación de la fuerza de disuasión nuclear del Reino Unido.

Los encargados de la disciplina en el partido han movilizado todos sus efectivos en un intento desesperado de impedir que se extienda la revuelta y Blair sufra la humillación de tener que depender de la oposición conservadora.

105 diputados, entre ellos más de sesenta laboristas y varios parlamentarios liberales demócratas, incluido su líder, Menzies Campbell, respaldan a día de hoy una enmienda que reclama más tiempo para debatir la propuesta antes de tomar la decisión definitiva.

El ex líder laborista Neil Kinnock ha atizado el fuego de la revuelta con un discurso, pronunciado el lunes por la noche en la Fabian Society londinense, en el que expresó su oposición a que se tome ya una decisión al respecto, que no considera justificada. La precipitación se explica por el aparente deseo del primer ministro, que se ha comprometido a abandonar el poder este mismo año, de dejar el tema atado y bien atado antes de pasarle el testigo a su sucesor, probablemente el actual ministro del Tesoro, Gordon Brown. Éste, sin embargo, apoya también la modernización de la flota nuclear, basada en los submarinos de la clase Vanguard.