Imagen de archivo de Awad al Bandar (izquierda) y Barzán al Tikriti, hermanastro de Sadam. Foto: J.SILBERBERG/EFE

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EFE-BAGDAD
Los dos colaboradores de Sadam Husein condenados a muerte el pasado 5 de noviembre junto a él, su hermanastro Barzán al Tikriti y el juez Awad Hamad al Bandar, fueron ejecutados en la horca en la madrugada de ayer en Bagdad.

Al Dabag no ahorró un detalle macabro que no dejará de encender los ánimos en Irak y el mundo árabe: en el momento del ahorcamiento, Al Tikriti, enfermo de cáncer desde hace más de un año, perdió la cabeza, seccionada completamente del resto del cuerpo.

A las 03.00 de la madrugada (tres horas menos GMT) «y de acuerdo con la Constitución y la Ley de Ordenamiento Judicial», Al Tikriti y Al Bandar fueron ahorcados en presencia de un número reducido de personas, anunció horas después el portavoz del Gobierno, Ali al Dabag.

Al Tikriti era jefe de los servicios de espionaje en 1982, mientras que Al Bandar presidió el tribunal revolucionario que juzgó y condenó a muerte en un juicio sumarísimo a 148 chiíes de la aldea de Duyail por su implicación en un asesinato fallido contra Sadam Husein.

El Comité de Ulemas -máximo órgano religioso de los suníes de Irak- ya ha expresado sus dudas sobre la legalidad del acto: «Hay señales de que quienes llevaron a cabo el ahorcamiento se desviaron de lo que es legal y legítimo y lo convirtieron en expresión de venganza y caza», dijo uno de sus miembros, Bashar al Faihdi.

El portavoz del Gobierno explicó que la ejecución se llevó a cabo «en presencia de un número limitado del comité encargado de ejecutar la condena y del Gobierno: un juez, un fiscal y un médico».

A los asistentes «se les pidió respetar las reglas de la aplicación de la condena y la disciplina (...) y se les había obligado a firmar compromisos que garantizasen que no habría eslóganes, ni insultos, ni quebrantos de la ley», dijo.

Según Dabag, los asistentes respetaron este compromiso y «la ejecución tuvo lugar sin que profiriese ningún insulto a Al Tikriti ni a Al Bandar». El portavoz se refería a las polémicas imágenes de la muerte de Sadam Husein el pasado 30 de diciembre, grabadas y difundidas clandestinamente mediante un teléfono móvil, en las que se veía cómo Sadam era insultado antes de morir por alguno de los presentes.