Tres chilenos hacen el saludo nazi ante el féretro de Augusto Pinochet, expuesto en la Escuela Militar de Santiago. Foto: IVAN ALVARADO/REUTERS

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NELSON SANDOVAL-SANTIAGO
Los partidarios de Augusto Pinochet y los curiosos que no quieren perderse un momento histórico desfilaron ayer ante el féretro con el cadáver del ex dictador chileno, mientras prosiguió la controversia en Chile por la ausencia de un funeral de Estado en su honor. En la capilla ardiente de la Escuela Militar convivieron los responsos y misas con los rostros contritos de los simpatizantes y los más serenos de quienes, movidos por la curiosidad del momento histórico, quisieron dar un último vistazo al cuerpo yerto del otrora poderoso dictador. Sus seguidores lloraron y sus amigos y colaboradores protestaron contra el Gobierno chileno, que le negó un funeral de Estado, mientras sus detractores se volcaron en las calles a celebrar.

Un centenar de detenidos, cincuenta lesionados entre policías y civiles y daños cuantiosos a la propiedad fue el balance de la jornada en la que sucedió el deceso, aunque ayer la tranquilidad retornó a las calles. Pinochet yacía ayer en su féretro, vestido con su uniforme de gala, ante la presencia de familiares, militares y partidarios. En la cubierta del ataúd fue colocada una bandera de Chile y el sable del fallecido, conforme a lo que el reglamento del Ejército establece cuando fallece un comandante o ex comandante en jefe. Una silenciosa fila de simpatizantes y curiosos desfiló ante la urna, bajo cuyo cristal pudo observarse el rostro tranquilo del ex gobernante, que fue cuidadosamente maquillado antes de exponerlo al público.

La viuda, Lucía Hiriart, sus cinco hijos y los comandantes en jefe del Ejército, Oscar Izurieta, y de la Marina, Rodolfo Codina, así como el general director de Carabineros, José Bernales, destacaban entre los presentes. También acudió el cardenal arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, quien saludó con afecto a los familiares, oró por la patria, pidió por la serenidad de las personas y bendijo el ataúd. La solemnidad del acto tuvo un paréntesis, protagonizado por Luz Gajardo, una ferviente partidaria del ex dictador que fue detenida dos veces frente al hospital militar la semana pasada por agredir a periodistas o simples transeúntes que no comulgaban con sus ideas.