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A la muerte del ex dictador chileno Augusto Pinochet, el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, sólo lamenta que la Justicia no haya llegado a tiempo de «rematar su acción» y el tirano no haya pagado por sus crímenes contra la Humanidad. La muerte por un fallo cardiaco le ha permitido esquivar a los tribunales y que «las víctimas tengan la reparación y la justicia de una sentencia», explicó ayer Garzón. Mientras, el Gobierno no se «alegra» por la muerte del dictador, porque nadie se alegra de la muerte de alguien.

El primer pensamiento de Garzón al conocer la noticia de la muerte de Pinochet fue «el recuerdo para tantas víctimas, miles, de torturas y desaparecidos». Actualmente, el juez de la Audiencia Nacional estaba pendiente de que la Justicia chilena le concediera una «vista» para imputar a Pinochet «por asuntos económicos». Garzón intentó sentar en el banquillo de los acusados al dictador en 1998, cuando ordenó su detención por genocidio y torturas, aunque finalmente salió airoso.

En declaraciones a Punto Radio, el magistrado explicó que el principio de Justicia Penal Universal «se aplica por igual a todos los que hayan violado de forma sistemática y cometido crímenes de lesa humanidad y genocidio y que no quieran ser juzgados en sus respectivos países». Por ello, lamentó que la Justicia no haya llegado a tiempo «de rematar su acción» contra Pinochet que fallece «sin que se haya dictado una sentencia condenatoria por los crímenes que le fueron imputados».

Eso ha impedido que «las víctimas tengan la reparación y la justicia de una sentencia», señaló Garzón, aunque añadió que «la justicia ha hecho en los últimos ocho años un trabajo importante tanto en Chile como fuera». Así, explicó que las numerosas causas abiertas contra Pinochet han permitido al menos «una reparación parcial a las víctimas».