Tony Blair está considerado por los analistas de su país como uno de los más astutos políticos británicos.

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EFE-LONDRES
Tras el desastre en las elecciones municipales, el primer ministro británico, Tony Blair, intentó ayer reafirmar su autoridad con un amplio reajuste ministerial, lo que no impidió que algunos diputados laboristas le reclamaran una fecha de dimisión.

Blair se desayunó ayer con los peores resultados electorales cosechados desde que el Partido Laborista accedió al poder en 1997.

Tras el recuento de votos en 173 de los 176 consistorios en liza en los comicios locales del jueves -interpretados en el país como una prueba para medir el desgaste del Ejecutivo- el laborismo perdía 18 ayuntamientos y 288 concejales.

Con este preocupante trasfondo, y con el fin de dar un impulso a su alicaído Gobierno, Blair acometió una profunda reestructuración ministerial que afectó a carteras tan importantes como Asuntos Exteriores, Interior, Defensa o Educación.

El hasta ahora ministro británico de Interior, Charles Clarke, ha sido el gran sacrificado de la remodelación de Gobierno adoptada ayer por Blair, quien además decidió prescindir de otro de los pesos pesados de su gabinete, Jack Straw, que abandona la cartera de Exteriores para pasar a ser el jefe de filas laborista en la Cámara de los Comunes.

La jefatura de la Diplomacia -que se bifurcará en dos carteras, una específica para las relaciones con la UE- la ocupará Margaret Beckett, quien hasta ahora era ministra de Medio Ambiente.