Algunos curiosos contemplan los desperfectos causados por las explosiones del pasado lunes en Dahab.

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EFE-EL CAIRO
Las tres explosiones consecutivas en la zona turística de Dahab dejaron 18 muertos, de ellos 12 egipcios y 6 extranjeros -una rusa, un suizo, una libanesa, un niño alemán y dos cadáveres sin identificar- y otras 83 personas heridas, según fuentes oficiales. Ismail Haniye, primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y líder del movimiento islamista Hamás, calificó de «ataque criminal contra inocentes» estos atentados y transmitió sus condolencias al Gobierno egipcio y familiares de las víctimas.

Musa trasladó la solidaridad de la Liga con Egipto «en su lucha contra el terrorismo, que atenta contra los inocentes e intenta acabar con la estabilidad y la seguridad», según el comunicado.

«Este ha sido un acto execrable contra civiles inocentes», dijo el presidente de EEUU, George Bush, quien envió sus condolencias y añadió que «mantenemos a los heridos en nuestros pensamientos y nuestras oraciones, y aseguramos esto al enemigo: que seguiremos a la ofensiva, no nos detendremos, no descansaremos y os llevaremos ante la justicia por el bien de la paz y la humanidad».

El secretario general de la Liga Arabe, que reúne a 22 países, Amru Musa, condenó «enérgicamente las explosiones terroristas» y tras expresar sus condolencias a las familias de las «víctimas y heridos inocentes», insistió en que la organización condena de manera absoluta «esta acción criminal que no tiene justificación».

También el presidente de Rusia, Vladímir Putin, condenó «resueltamente este acto terrorista, que no tiene ni puede tener justificación», y reafirmó la «invariable solidaridad de Rusia con Egipto en la lucha contra el terrorismo», además de trasladar la disposición de Moscú a «coordinar los esfuerzos para contrarrestar conjuntamente esta amenaza directa a la comunidad internacional».

La organización de los Hermanos Musulmanes en Egipto, la segunda mayor fuerza del Parlamento egipcio, consideró las tres explosiones como una «violación de la religión y una agresión contra los principios humanos» e instó al presidente Hosni Mubarak y a los aparatos de seguridad, en particular, «a que trabajen para alcanzar la seguridad y cerrar todas las grietas que puedan amenazar nuestra seguridad».