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Los sindicatos de trabajadores y estudiantes proclamaron ayer el éxito de su quinta jornada de movilización contra el contrato juvenil (CPE), en víspera de su diálogo con legisladores del partido conservador en el poder, UMP, mientras el primer ministro, Dominique de Villepin, está cada vez más debilitado. Aunque el seguimiento de las huelgas fue menor en el transporte público y la enseñanza que en la «histórica» movilización de hace una semana, la participación en las manifestaciones fue similar.

En París, una vez finalizada la manifestación que congregó a 84.000 personas, según la policía, y 700.000 según los sindicatos, y que tuvo el apoyo de la Confederación Europea de Sindicatos, un grupo de violentos se enfrentó a agentes anti-disturbios. También hubo choques en Rennes y Lille.

Unas 1.028.000 personas, según la policía (1.055.000 hace una semana), y más de tres millones, según los sindicatos, salieron ayer a las calles de 258 ciudades de Francia para exigir que no se implante el Contrato de Primer Empleo (CPE).

Mientras, la impopularidad de Villepin, que lanzó el CPE sin concertación en enero, alcanza niveles récord, con sólo un 28% de contentos (su peor resultado en diez meses en el cargo), y su dimisión es deseada por un 45% de los sondeados, mientras un 49% preferiría que siguiera en el puesto, según una nueva encuesta. En la caldeada sesión de control al Gobierno en la cámara de los diputados, un dirigente socialista llegó a preguntarle qué hacía allí dado que «ya no gobierna», al haber sido apartado de la búsqueda de una solución a la crisis.