TW
0

«Esos partidos ya cumplieron y creo les llegó la hora de la muerte, y de sus cenizas surgirán nuevos líderes y grupos de oposición», dijo Chávez tras votar alrededor del mediodía en una escuela del centro de Caracas.

El ministro del Interior, Jesse Chacón, también dijo que a partir de hoy la oposición venezolana «tendrá otra voz» gracias al «suicidio» de esos partidos.

Los principales partidos opositores anunciaron a lo largo de la semana que retiraban sus candidaturas de los comicios, después de haberse comprometido a participar ante las autoridades electorales, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE).

El boicot opositor no tuvo una correspondencia en la realidad y de los 5.516 candidatos inscritos tan sólo anularon su postulación 556, el 10'08 por ciento del total.

En el grupo que se excluyó están los socialdemócratas de Acción Democrática (AD) y los cristianodemócratas de Copei, que se alternaron en el poder entre 1958 y 1998, y a cuya «muerte» se refirió en concreto el gobernante durante su alocución.

El vicepresidente del Gobierno, José Vicente Rangel, invitó a la oposición a «recomponer la mesa de diálogo» a la luz de la nueva realidad y a «discutir sobre la situación del país».

La votación se desarrolla sin incidentes, con lluvias intermitentes y con una participación irregular, más abundante en las zonas populares y muy escasa en las de clase media y alta.

El mayor riesgo que gravitaba sobre la jornada electoral era la posibilidad de un atentado terrorista en la zona este de la capital, donde se concentran las urbanizaciones de las clases pudientes.

Chacón confirmó la existencia de información sobre planes de un sector de la oposición «para volar a su misma gente dentro de la iglesia» y desatar un clima que les permita relanzar la lucha violenta contra Chávez.

La organización opositora «Súmate», que admite haber recibido fondos de EE UU, convocó a la gente a llenar ayer los templos, pero Chácon la desvinculó de la idea del atentado, que atribuyó a otro grupo de oposición extrema, para sembrar el terror.