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El primer ministro británico, Tony Blair, apeló ayer a la calma y pidió a la población que continúe con la vida normal tras el pánico causado por nuevas explosiones en el metro y en un autobús del centro de Londres.

Dos semanas después de los atentados en los que 56 personas murieron y 700 resultaron heridas, Blair admitió que los incidentes de hoy son serios y están pensados para asustar a la gente.

«Sabemos por qué pasan estas cosas. Se hacen para asustar a la gente. Afortunadamente, en este caso, no parece que haya víctimas», dijo el jefe del Gobierno británico en rueda de prensa en su residencia del 10 de Downing Street junto a su colega australiano, John Howard.

Blair convocó a los periodistas tras reunirse con Howard y presidir la comisión de crisis, denominada «Cobra» e integrada por el titular de Interior, Charles Clarke, y miembros de los servicios secretos británicos para abordar situaciones de emergencia.

En concreto, el primer ministro presidió esa reunión a mediodía, a la que asistieron, además de Clarke, los titulares de Exteriores y Defensa, Jack Straw y John Reid, respectivamente, según precisó ayer un portavoz del 10 de Downing Street.

También participaron los ministros de Transporte y Sanidad, Alistair Darling y Patricia Hewitt, respectivamente, y el comisario jefe de la Policía Metropolitana de Londres, sir Ian Blair.

Las explosiones ocurridas ayer en las estaciones de metro de Sheperd's Bush, Warren Street y Oval y en un autobús no fueron de la magnitud de las del 7-J.

Blair volvió a rechazar que su política exterior en Irak haya puesto a los londinenses en el punto de mira de los terroristas.

«Las raíces de esto son profundas, los ataques terroristas datan de hace diez años. Los responsables de ataques terroristas son terroristas», afirmó el jefe del Gobierno británico, quien insistió en todo momento que la población debe mantener la calma.