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El atentado suicida perpetrado ayer en la ciudad israelí de Netanya con tres muertos y 24 heridos, pone de relieve la anarquía que aún reina en el norte de Cisjordania, donde los servicios de seguridad palestinos no logran imponerse. Un estudiante de secundaria, Ahmed Sami Abú Jalil, de 18 años, procedente de la aldea de A-Til en Tulkarem y perteneciente a la Yihad Islámica de Cisjordania, logró alcanzar la ciudad israelí de Netanya, al norte de Tel Aviv.

Líderes de la Yihad Islámica en la franja de Gaza aseguraron, sin embargo, que no tienen «nada que ver con el atentado» y que mantienen «el año de calma» al que se comprometieron el pasado 17 de marzo en El Cairo.

Abú Jalil hizo estallar la carga de explosivos, de 7 kilogramos y medio, que llevaba adherida a su cuerpo en la entrada de un gran centro comercial de la ciudad costera, estos días más frecuentada al albergar competiciones de los Juegos Macabeos en los que participan unos 7.000 atletas judíos e israelíes.

La policía israelí todavía no ha esclarecido por qué el joven palestino se inmoló antes de penetrar en el centro comercial, refieren fuentes israelíes. Al menos dos mujeres israelíes murieron y otras 26 personas resultaron heridas, seis de ellas graves, anunciaron poco después los servicios de emergencia. Una facción de la Yihad Islámica en Cisjordania se atribuyó la autoría del atentado terrorista en una llamada a una agencia internacional de noticias.

La ciudad de Tulkarem, junto con Jericó, fue transferida hace meses por Israel a los servicios de seguridad de la ANP. El atentado ha obligado a cancelar la reunión que iban a mantener anoche el ministro de Defensa de Israel, Shaúl Mofaz, con el ministro de Interior, Mohamed Dahlán, bajo la supervisión del general de EEUU, William Ward, para concretar el traspaso de Belén y de Kalkilia, aseguró la radio israelí. En su lugar, el primer ministro israelí, Ariel Sharón, y Mofaz, se entrevistaron para estudiar la posibilidad de cerrar herméticamente Cisjordania y la franja de Gaza.

Analistas israelíes aseguran que el atentado perjudica seriamente tanto al presidente palestino Mahmud Abás (Abú Mazen) como a Sharón, quien se enfrenta a los extremistas israelíes por su Plan de Desconexión o plan de retirada de Israel de Gaza, prevista para el próximo 15 de agosto. La Autoridad Nacional Palestina (ANP) condenó rápidamente el atentado.