El canciller Schröder, durante la intensa sesión celebrada ayer en el parlamento alemán.

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El canciller alemán, Gerhard Schröder, consiguió ayer su propósito de perder el voto de confianza en el Parlamento, lo que abre la vía a la disolución del Bundestag y la convocatoria de elecciones anticipadas, que el jefe de gobierno espera sirvan para dar «legitimidad» a sus reformas.

Estas presiones que empezaron con las diversas derrotas electorales del SPD en comicios regionales se acrecentaron, según Schröder, en vísperas de las elecciones en Renania del Norte Westfalia, y mientras algunos críticos pedían la retirada del programa de reformas otros amenazaban con abandonar el partido.

En contra del canciller votaron un total de 296 diputados, que junto a los 148 que se abstuvieron sumaron una clara mayoría frente a los 151 parlamentarios que le expresaron la confianza. En la declaración que precedió a la votación Schröder desgranó los motivos que le condujeron a recurrir a tan inusual instrumento -sólo dos cancilleres hicieron lo mismo antes que él-, siempre con la mirada puesta en superar los obstáculos que pone la Constitución.

La Carta Magna exige que el resultado del voto de confianza no puede estar amañado y que la pérdida de confianza debe responder a una crisis real, algo que Schroeder ve dado ante las amenazas y presiones del ala izquierdista del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), que le exigió suavizar sus reformas sociolaboral.

«Tengo que tomar en serio esas amenazas porque aparecían a diario en los medios de comunicación», a partir de la derrota de Renania quedó en entredicho si el gobierno seguía contando «con la plena capacidad de maniobra», una condición «indispensable» ante los retos que debe afrontar el gobierno, explicó.