El canciller Schröder se ha convertido en el líder que busca con más intensidad una solución a la crisis europea.

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FRANCE PRESS/EFE
A menos de dos semanas de que los líderes de los Veinticinco discutan en Bruselas qué hacer con el malherido proceso de ratificación de la Constitución de la UE, crecen las dudas sobre la idoneidad de mantener la agenda en sus términos actuales e ignorar los reveses de los referendos francés y holandés.

Las dudas sobre la continuidad de la ratificación alcanzan también el seno de la propia Comisión Europea. Así, en el debate interno que el presidente Barroso promovió el miércoles para analizar los efectos del «no» francés y del entonces previsible «no» holandés, varios comisarios sugirieron parar el proceso para evitar que una avalancha de «noes» dañe a largo plazo el proyecto europeo.

En las últimas horas se están multiplicando las presiones para paralizar el proceso de ratificación de la Constitución Europea. Irlanda ha puesto en duda por primera vez que vaya a convocar su referéndum, mientras que en Dinamarca las encuestas empiezan a pronosticar la victoria del 'no'. Incluso la Comisión Europea esta dividida entre la postura oficial de permitir que todos los países que se expresen, y la opinión de algunos comisarios que advierten de los riesgos de continuar.

La atención se centra en el Gobierno de Tony Blair, quien presidirá la UE en el segundo semestre de este año y que, en caso de suspender el referéndum británico, anunciado para 2006, podría provocar un efecto dominó en los Estados que aún no se han pronunciado. Londres aún no ha desvelado sus planes oficialmente, pero según publicó ayer el diario británico Financial Times, habría emprendido ya una campaña de persuasión en las capitales europeas para promover la suspensión del proceso.

El laborista británico Peter Mandelson, responsable de Comercio, habría abogado por «pulsar el botón de pausa» ya que la prioridad debe ser «la supervivencia y la reactivación» del sueño europeo. Su colega de Industria, el socialista alemán Gunter Verheuguen, habría alertado por su parte del riesgo de que Europa afronte «dos años de incertidumbre si continuamos con los referendos» y señalado que el peso de los votos contra la Constitución podría desbaratar la agenda de reformas económicas proyectadas por la Unión.