TW
0

EFE-MOSCU
El derrocado presidente kirguís, Askar Akáyev, quien se manifestó dispuesto a negociar la dimisión, abre así el camino para la legitimación definitiva del nuevo régimen de Bishkek. Preguntado sobre la posibilidad de su dimisión, Akáyev respondió: «Desde luego. Siempre que se me den las correspondientes garantías y que esto se lleve a cabo de acuerdo con la legislación vigente en Kirguizistán». Con esta declaración, hecha en entrevista a la televisión rusa, Akáyev completó la oferta a las autoridades revolucionarias que le derrocaron el pasado 24 de marzo de negociar su dimisión formal. El mandatario, refugiado en Rusia, reiteró que esas negociaciones sólo son posibles con el nuevo Parlamento kirguís, como «único órgano legítimo de poder». «Precisamente con el nuevo Parlamento y con su presidente estoy dispuesto, siempre que se me den garantías de seguridad, a iniciar un diálogo en aras de que la vida en Kirguizistán vuelva al cauce constitucional».

El nuevo Parlamento confirmó al líder opositor Kurmanbek Bakíyev como primer ministro interino que actuará también como presidente en funciones hasta la celebración de nuevas elecciones presidenciales, que el viejo Legislativo adelantó para el 26 de junio. También constituyó una comisión especial, encargada de tratar con Akáyev el traspaso de poder.

El viejo Legislativo kirguís aprobó su disolución para favorecer la estabilización de ese país ex soviético de Asia Central, en una decisión que acabó con la dualidad de poder y dio carta de legitimidad al nuevo Parlamento unicameral, elegido el 27 de febrero y el 13 de marzo.

Las posiciones de Akáyev respecto al diálogo empezaron a suavizarse a partir de su llegada a Moscú, donde la prensa oficialista ya llamaba al Kremlin a «explicarle las ventajas de (el ex presidente georgiano, Eduard) Shevardnadze respecto a un presidente exiliado». «Soy el único presidente legítimo, elegido por el pueblo, y mi mandato concluye el 30 de octubre de 2005», insistía esta mañana Akáyev, quien dijo no ver razones para dimitir pero sí admitía la posibilidad de negociar «para resolver en el marco constitucional los asuntos relativos a la elección del nuevo presidente». Akáyev desmintió que su familia posea grandes propiedades en Kirguizistán, Rusia, Suiza y Turquía, y se mostró confiado de poder volver cuando se restablezca el orden constitucional y reciba las garantías de seguridad para él y su familia.