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Al menos 32 personas murieron por ataques de la insurgencia en las ciudades iraquíes de Balad y Baquba, en el noreste del triángulo suní y donde los rebeldes se han hecho fuertes tras perder posiciones en Faluya y Ramadi, en el oeste de la misma región.

Quince personas fallecieron en Balad en un atentado suicida con coche bomba contra el domicilio de un coronel del nuevo ejercito iraquí, mientras que en Baquba otras 17 perdían la vida en diversos combates y explosiones. En las dos localidades el principal objetivo de los ataques insurgentes fueron de nuevo las fuerzas del orden locales pero también causaron la muerte de varios civiles. El kamikaze tenía como objetivo acabar con la vida del comandante Mohamed Abdul Latif, oficial al mando de la Guardia Nacional de Balad. La policía no detalló, sin embargo, si entre las víctimas mortales se hallaba el propio Abdul Latif, aunque confirmó que varios de los fallecidos pertenecían a su escolta.

Fuentes del hospital de Balad indicaron, por su parte, que el atentado causó más de una veintena de heridos, algunos de ellos graves. La deflagración se produjo horas después de que diecisiete personas murieran en un sucesión de ataques de grupos de rebeldes en la ciudad de Baquba, a 70 kilómetros de la capital.

Según el relato de la Policía, a primera hora de la mañana, cinco soldados iraquíes murieron y seis resultaron heridos tras un ataque con morteros contra el cuartel de Al-Muradiya. Cuando un convoy de la Policía se dirigía al lugar del atentado, los rebeldes hicieron estallar un coche bomba que segó la vida de dos agentes y de un civil, además de causar heridas a otros once, explicó la fuente, que precisó que una decena de personas murieron en el tiroteo que se entabló a continuación con los insurgentes.